Infierno en el paraíso by Clara Sánchez

Infierno en el paraíso by Clara Sánchez

autor:Clara Sánchez [Sánchez, Clara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2020-12-31T16:00:00+00:00


* * *

Sultana también quería que continuase con las clases. Debía decidir rápido si ir al palacio o no. Aunque no acudiese, podrían presionar a Fátima y que soltase algo sin darse cuenta, por lo que no me salvaría de que me buscasen y me mataran. O lo que era peor, localizarían a mi madre y la torturarían. Si iba, me metía en la boca del lobo directamente y quizá nunca saldría de allí, pero al mismo tiempo podría controlar a Fátima y estar al tanto de lo que iban averiguando. Quizá el rey se resignara y se marchase a Riad a llorar su pena. De momento, los helicópteros y las lanchas iban y venían buscando el cuerpo. Querrían comprobar que de verdad se había suicidado y que no había escapado como otras princesas.

Hice autostop hasta la plaza de los Naranjos. Me recogió una mujer con la piel tostada y los ojos intensamente azules, el pelo casi blanco de tan rubio en un descapotable verde. Me recordó a alguien de las revistas del corazón y ella me miró y sonrió como si tuviera que reconocerla. Llevaba un vestido vaporoso de flores y volantes y olor a crema superhidratante. Venía de Puerto Banús de un desayuno de negocios, me recomendaba el bufet de Chez Mari Luz. «La gente piensa que me paso la vida de fiesta en fiesta y de piscina en piscina, pero la verdad es que no paro de trabajar», dijo. A mi vez le confié que era camarera en el Beach Club y me apretó la mano como si algo de riqueza, de bronceado y vida superior nos uniera. «No sabes qué suerte tienes. Si no tuviese casa en Marbella, no saldría de ahí. Fabián es muy muy amigo mío. En cuanto pueda, me acercaré a darle el pésame». «Pésame» era una palabra que no encajaba en el cielo azul por el que nos deslizábamos. Era impensable que pudiese ocurrir algo malo allí. Se daba por supuesto que ante cualquier adversidad unos ángeles nos elevarían sobre el peligro y era inconcebible que el ángel guardián del hijo de Fabián nos fallase. La mujer, famosa sin duda, sacudió su melena albina para volver a una vida que le encantaba.

—La próxima vez nos veremos en el Beach Club —dijo—. ¿Preparas cócteles?

—Solo sirvo a las princesas saudíes.

Volvió a cogerme la mano, esta vez más fuerte. Nos unían más cosas aún.

—Pobre Amina. ¿Crees que se ha suicidado o que se la han quitado de en medio?

Le dije que seguramente se había suicidado.

—Son cosas que pasan —dije.

—Creo que nada ocurre porque sí. Todo tiene una explicación. Piénsalo: ella quiere llevar otra vida y a ellos no les hace gracia la idea. Como en el caso de mi querido Fabián. Si su exmujer no se hubiese empeñado en llevarse al niño con ella a Menorca y tratarle solo con plantas, curanderos y todo eso, puede que… Es un hombre maravilloso, inaccesible.

En la plaza me tomé un buen chocolate con churros. Olía a azahar. Aún estaba a salvo.



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