Iacocca. Autobiografía de un triunfador by Lee Iacocca

Iacocca. Autobiografía de un triunfador by Lee Iacocca

autor:Lee Iacocca [Iacocca, Lee]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1984-11-14T16:00:00+00:00


* * *

Una de las tareas más acuciantes que esperaban a Greenwald era la centralización de los pagos. Viniendo de la Ford, lo más probable es que quedara conmocionado al comprobar que se liquidaban facturas desde unos treinta lugares distintos.

Durante los primeros días en su nuevo trabajo habló largo y tendido con el personal adscrito a las tareas de intervención, Como era previsible, llegó a la conclusión de que allí nadie tenía la menor idea de evaluar desde una perspectiva financiera la actuación de gerencia y que tampoco estaban en condiciones de esbozar o proyectar las repercusiones de las decisiones de alto nivel en el seno de la compañía. Perdió cantidad de horas tratando de dar con una persona que tuviese un área delimitada de competencias. Jerry hablaba con ellos y le decían: «Bien, todo el mundo tiene la responsabilidad de supervisar los costos». Jerry sabía muy bien lo que estas palabras significaban.

En el momento de la verdad, todo el mundo se quitaba el muerto de encima y nadie asumía la responsabilidad.

Una de las calamidades que Greenwald sacó a la luz fue la gestión que se hacía en la Chrysler relativa a los costes de garantía, que alcanzaban la suma de 350 millones anuales. Greenwald solicitó inmediatamente una lista de los diez principales problemas en torno a la garantía del vehículo con el nombre de un responsable al lado de cada punto, así como un plan concreto para corregir las deficiencias y reducir los costos. Con gran abatimiento descubrió al poco tiempo lo que yo ya sabía, o sea: si querías disponer de datos financieros para enderezar un entuerto en la Chrysler, antes era preciso arbitrar un sistema de captación de datos.

Jerry se encargó de recordarme en todo momento que no se contentaba con ejercer las meras funciones de intervención. Transcurridos unos meses, una vez comprobado cuán eficaz era en su trabajo, le hice la siguiente proposición:

—Si eres capaz de encontrarme a otro que sepa desenvolverse como tú, arreglaré las cosas para que puedas ocuparte de otras tareas.

Al poco tiempo, Greenwald apareció con Steve Miller, que había sido su jefe del departamento financiero en Venezuela. En calidad de tal se incorporó a la Chrysler y dio pruebas de su valía; resultó un fichaje precioso para el equipo. Cabe afirmar que la tarea de Miller en las —al parecer— inacabables negociaciones con centenares de bancos durante 1980 y 1981, fue de importancia vital para la empresa. Sorprende la serenidad y el temple, tanto de Greenwald como de él, durante aquella etapa de caos y confusión. No creo que la Chrysler hubiese sobrevivido sin el esfuerzo de estos dos hombres.



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