Hollow Hallows by Carlos J. Eguren

Hollow Hallows by Carlos J. Eguren

autor:Carlos J. Eguren [Eguren, Carlos J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Terror
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00


* * *

Allison Brooke tosió como si fuese a escupir sus propios pulmones más que flemas con restos de cristales. Parpadeó, temiendo haberse quedado ciega, peor que la vez que el rayo cegó Hollow Hallows. Al final pudo ver y lo que encontró fue a una Emily observándola, con su cabeza ladeada, solo atada al cuello por unos finos ligamentos. ¿Cómo…?

—Niñita, le dije a John que no se preocupase —dijo—, porque haríamos guardia sobre los restos de esta jovencita. —Indicó que se refería a la mujer de la máscara de hueso del ataúd—. Y un día, vendría la comida y aquí está, tú eres la comida.

La agonía invadió a Allison, colocando su bandera en su corazón.

—¿POR QUÉ ME CUENTAS ESTAS MENTIRAS? ¿POR QUÉ? ¿QUÉ ME HABÉIS HECHO? ¿ME HABÉIS DROGADO? ¿POR QUÉ…?

—¿Por qué iba a hacerlo si no era para…, distraerte?

El mordisco en la pierna de Allison fue como si un vendaval la cruzase.

Bramó hasta que el grito se cortó por otros colmillos que se aferraron a su cuello.

La sangre brotó de la muchacha salpicando a Emily Hownland, que sonrió.

—Sé testigo, querida.

Allison fue testigo.

Fue testigo de cómo Huargo le extirpó una pierna de cuajo.

Fue testigo de cómo John Odell le rebanó parte del cuello.

Fue testigo de cómo Emily Hownland saboreó su sangre.

Fue testigo de cómo el ataúd le devolvió un reflejo sombrío de su muerte.

Fue testigo incluso de aquello a lo que se refería Emily.

Y se abrió la puerta.

Un hombre entró en la estancia como hubiese entrado en cualquier otra, con completa calma, pero, a la vez, con prisa. Andaba con precaución de no tocar nada, como si siguiese un sendero trazado, pero, al mismo tiempo, necesitase ser raudo.

Allison extendió su mano hacia el desconocido. Nunca pidió socorro hasta ese día. Tal vez, pensaba que ahorrándose pedir auxilio a lo largo de su vida, conseguía que cuando lo hiciera como aquella vez, todo el mundo acudiría a rescatarla porque sabría que era algo importante y no una tontería. Pero ¿y si los demás creían que ella nunca les pidió que la mantuviesen con vida porque era dura y siempre lo sería? ¿Y si la ignoraban porque consideraban que era un diamante que jamás se rayaría?

El tipo sin nombre no la obvió, pero prefirió fijar su mano esquelética en el ataúd, mientras murmuraba:

—Hora de despertar.

Alejó sus manos, enguantadas, de los restos mortales. Sus huellas brillaban como fuego. Retrocedió, aplaudiendo para celebrar un triunfo que solo él parecía comprender.

—Eureka —murmuró. Luego miró a los presentes—. Emily, John, Huargo. Un placer volver a veros.

Los tres le miraron un instante, pero prefirieron no hablar ante Allison y su:

—A-a…

En ese quedó el «ayuda» que Allison quería pronunciar.

El forastero la observó. Y la joven notó que su corazón se detenía al verlo. ¿Por qué…? No… ¿Llevaba tatuado en su cara un reloj?

La mano con la que suplicó fue arrancada de cuajo por Huargo. John Odell palpaba la pierna que quedaba de la chica, deseoso de probarla. Y la víctima luchó por huir, sin saber que ya no había porqué luchar.



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