Historias de amor by Elizabeth Da Silva

Historias de amor by Elizabeth Da Silva

autor:Elizabeth Da Silva
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2014-12-29T23:00:00+00:00


MI LOBO PARTICULAR

MIRIAM llegó a la oficina y se encontró todo decorado con pequeñas calabazas, brujitas colgadas, fantasmas y demás adornos típicos de Halloween. Ella sonrió ante todo ese despliegue, no era muy dada a esas fiestas, pero participaba por sus compañeros de trabajo. Mañana por la noche habían organizado una fiesta de disfraces, al principio se había negado, pero ante la insistencia de la mayoría, no le quedó más remedio que aceptar.

—Miri, buenos días, estábamos hablando de los disfraces de mañana, ¿de qué vas a ir tú? —preguntó su compañera Carla.

—De diabla.

—Una buena elección —contestó tras ella su jefe, asustándola por su cercanía.

Miriam se giró y lo observó de cerca, era un hombre impresionante, alto, atlético, con el cabello un poco largo, no mucho, apenas llegaba a rozarle el cuello. La barba de tres o cuatro días que siempre lucía y una mirada fiera, parecía un lobo encerrado en el cuerpo de un hombre.

—¿Una buena elección?, ¿me estás llamando diablo? —insinuó sería.

—No, lo estoy afirmando —replicó sin dejar de mirarla fijamente.

Desde que trabajaba con Jaime siempre había sentido una especie de antagonismo entre ambos, y aunque era su jefe, ella no se cortaba a la hora de replicarle, le daba igual si se cabreaba, que la despidiera si tenía huevos, pensaba Miriam con rabia. Era la más veterana de la asesoría y no pensaba permitir que ese capullo engreído y prepotente se divirtiera a costa de ella, por muy bueno que estuviera.

—Mejor te guardas tus opiniones si no quieres que mi parte diabólica salga a relucir, jefe.

—No me asustas, Miri —contestó ardiendo de furia.

Jaime no soportaba cuando ella le llamaba jefe con ese rin tintín, a veces tenía ganas de colgársela al hombro cual hombre de las cavernas, y llevársela para darle unas buenas nalgadas por su impertinencia. No sabía que le pasaba con esa mujer, pero lo sacaba de sus casillas con una facilidad pasmosa.

—Bueno chicas yo me voy a mi mesa a trabajar, no vaya a ser que el jefe se ponga en plan tirano —espetó Miriam muy suelta y siguió hacia su despacho.

Todos se quedaron en silencio, miraban para todas partes menos a Jaime, este ardiendo de furia se marchó a su despacho donde cerró dando un portazo.

Una vez sentado frente a su escritorio intentó tranquilizarse, pero cada vez le costaba más, había días que le apetecía despedirla solo por demostrarle que podía, pero en el fondo nunca haría algo así. No entendía que le pasaba con esa mujer, porque esa antipatía, ¿sería eso, simple antipatía, o algo más? Muchas veces se imaginaba cogiéndola del cabello y besándola salvajemente, pero eso era una locura, esa mujer era una bruja o mejor aún, un demonio con falda.

Definitivamente tendría que pasar de ella y dejar de provocarla, eso sería lo mejor, «cada uno en su sitio y nada más», se dijo para sí Jaime.

La noche prometía, la fiesta de Halloween tenía todo para ser un éxito, los empleados se habían esmerado en organizarla y todos se lo pasarían de miedo, todos menos una, Miriam.



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