Historia de un deicidio by Mario Vargas Llosa

Historia de un deicidio by Mario Vargas Llosa

autor:Mario Vargas Llosa [Vargas Llosa, Mario]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Crítica y teoría literaria
editor: ePubLibre
publicado: 1970-12-31T16:00:00+00:00


OPOSICIÓN

Y

CLASE MEDIA

La perspectiva de la narración se eleva de la base de la pirámide —atalaya del cuento anterior— a la clase media, representada por el dentista y el Alcalde. El modesto nivel de vida de este grupo se diseña en el atuendo de Escovar («camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado» y «pantalones sostenidos con cargadores elásticos» (p. 25) y en su consultorio de «cielo raso desfondado» del que cuelga «una telaraña polvorienta con huevos de arañas e insectos muertos» (p. 28). La ciencia y la tecnología se mantienen en un nivel primario y anacrónico, a juzgar por «la vieja silla de madera, la fresa de pedal», «la vidriera con pomos de loza», «la escupidera» y «el aguamanil» que componen el «gabinete pobre» (p. 27). Que Escovar sea un «dentista sin título» es también significativo. En el plano social, el hecho dominante es la reaparición de la política, que había desaparecido en «La siesta del martes», al bajar la perspectiva a la clase popular. Al subir a la clase media, la política recobra sus fueros como elemento importante de la vida social. Las relaciones entre el dentista y el Alcalde están regidas por la política: aquél es un opositor. Este dato y los de «El coronel no tiene quien le escriba» autorizan una hipótesis sobre la división política en la sociedad ficticia: la oposición parece reclutarse exclusivamente entre la clase media. Escovar ocupa una posición semejante a la de los opositores de la novela: el médico, los ayudantes de sastrería. La presunción se confirmará en los otros cuentos y en «La mala hora», donde reaparecen, en la oposición, el médico, el dentista, el barbero. En esas ficciones comprobaremos, igualmente, que la clase popular no sólo es indiferente a la «Compañía» y a «la hojarasca» sino, de manera general, a la política. Gradualmente, la realidad ficticia descubre sus leyes.

Los datos sobre la situación política del «pueblo» en «Un día de éstos» (el título tiene resonancias amenazadoras sólo inteligibles si se las dota de contenido político) son pocos pero bastantes para colorear el contexto de violencia institucionalizada que rodea a la anécdota y que le da toda su significación. La actitud de los personajes «el suceso mismo del relato encuentran su verdadero sentido gracias a ese marco. El Alcalde es un “teniente”: la fusión cargo político-profesión militar hace sospechoso al régimen que representa. Que ese régimen aplica la fuerza es patente, por la expresión del dentista cuando se dispone a extraer la muela: “Aquí nos paga veinte muertos, teniente” (p. 27). El Alcalde no replica, no es una sorpresa para él que le atribuyan esas muertes. Entonces se comprende la seriedad de su amenaza: “Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro»” (p. 26). Evidentemente, no es una fanfarronada. El dentista no la toma así; su reacción es verificar la presencia del revólver en la gaveta. Otro dato revelador: la gente anda armada. El dentista trabaja con un arma al alcance de la mano para cualquier emergencia.



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