Historia de Aragón III by Braulio Foz y Burges

autor:Braulio Foz y Burges [Foz y Burges, Braulio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1848-04-23T00:00:00+00:00

III.

Estado y sucesos de Aragón hasta la reunión del parlamento aragonés en Alcañiz.

Largo fué el reinado de D. Pedro IV el Ceremonioso, mas no bastaron los cuarenta años que todavia y con tan fuerte mano rigió el cetro de Aragón después de vencida la Union y sosegadas las turbulencias que habia escitado, para que los ricos hombres de este reino, heredando los hijos los odios de los padres, se dejasen de mirar entre sí como enemigos: y fueron poco á propósito los reinados de los hijos de aquel D. Juan y D. Martin para que ni por la prudencia ni por la autoridad de estos príncipes cesase una tan antigua y rencorosa división, particularmente entre las familias de los Lunas y los Arreas. Ofrecióseles ocasión en este interreino; y declarados los primeros por el conde de Urgel y los segundos en contra, levantaron un incendio general en el reino, y solo se trataba en todo él de armas y combates, y corria la sangre á ríos.

La casa de Luna era la mas poderosa de Aragon, habiendo sido la primera entre las de los ricos-hombres que fue honrada con uno de aquellos títulos que solo se habian dado hasta entonces á los hijos y descendientes de nuestros reyes, y siendo en D. Lope de Luna, conde de Luna, el premio que mereció al rey D. Pedro por haber vendido á la Union declarándose por el rey en el punto y caso que mas daño podia causar á los Unidos por la confianza que de él habian hechó. Estaba ademas enlazado con la familia real casando con una infanta: y estos títulos, que á la verdad, aun después de él muerto, eran grandes, hacian seguir á D. Antonio de Luna, caudillo de los que estaban por el de Urgel, de otros ricos-hombres é infinitos caballeros.

No era tan poderosa la casa de Urrea, aunque no lo era mucho menos: y sobre todo tenia mas favor en el pueblo y entre los que no podian olvidar que la de Luna habia sido contraria á las libertades del reino, como quiera que fuese; y ahora tenian á su cabeza al valiente D. Pedro Giménez de Urrea.

A la parcialidad de D. Antonio de Luna se unieron desde luego, pero de buena fé y con el presupuesto que seguian la justicia, todos los aficionados del conde de Urgel, que eran muchos y no sin razón, dejando á parte su derecho, porque era hombre de genio marcial, noble, franco, y animoso; y en la muerte del rey D. Juan habia mandado el ejército de Aragón contra el conde de Fox á quien valió para escapar de sus manos y quizá de la muerte, la ligereza de los pies en su ignominiosa retirada por Navarra sin dejarse dar alcance. De suerte que estaban con D. Antonio de Luna, de casas ilustres ó de ricos-hombres, D. Artal de Alagon pariente muy cercano de D. Pedro de Urrea, aunque casado con una hermana de D. Antonio; D. Artal su hijo, y D.

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