Hacia la boda by John Berger

Hacia la boda by John Berger

autor:John Berger [Berger, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1994-12-31T16:00:00+00:00


Siguiendo el curso del Po el aire está tan cargado que las golondrinas vuelan a la altura de las rodillas para cazar los insectos embotados por la presión. En los pueblos a lo largo de la SS 343, el polvo y las gallinas esperan, una pata en el aire, los picos abiertos. Se masca la electricidad. La barrera de un paso a nivel baja lentamente, suena la campanilla y parpadea la luz roja. Jean Ferrero aminora la velocidad hasta quedar totalmente parado, pone ambos pies en el suelo y endereza la espalda.

Vale, papá, ¿por qué no? Llévame a Atenas en Semana Santa. Si pudiera daría la vuelta al mundo. Así sabría lo que dejo atrás. ¿Tienes suficiente dinero para ir a Atenas?

...

Pasa un tren de mercancías. El guardavías cuenta sesenta y seis vagones. Caen las primeras gotas de lluvia. Primero muy dispersas, cada una de ellas como una baya acuosa que explota en el asfalto, esparciendo minúsculas semillas de agua en todas las direcciones. Se inclina sobre el depósito de gasolina y arranca. Conforme ganan velocidad, la lluvia también empieza a caer más y más rápida. El Po es una piel marcada de viruelas, y los barqueros no pueden cruzar. Tiene que abrir el visor del casco porque no ve nada. La lluvia le entra en los ojos, le golpea los párpados, cuando por fin acierta a leer PIADENA, el nombre de la ciudad en la que está entrando.

La plaza está desierta. Se baja de la moto y corre a resguardarse en el umbral más cercano. Entonces se sacude el agua, y una clase entera de niños que aguardan en el zaguán a que pase el chaparrón lo observan como si fuera un comediante.

A esto se llama llover, dice.

Estamos acostumbrados. Aquí siempre cae así.

¿Es ésta vuestra escuela?

No, aquí es el museo.

¿El museo?

El museo arqueológico. Venimos aquí a que nos pongan las inyecciones. Punture. Detrás está el puesto de la Cruz Roja.

A veces el Po se desborda, grita otro niño, y se inunda todo.

Cuando el Po rompe un dique, no se lo puede parar.

La última vez fue hace once años.

¡Catorce!

¡Once!

¿Dónde está el museo?

Detrás de ese portalón.

Empuja la puerta y entra en una larga galería, escasamente iluminada y desierta, por donde avanza paralelo a una hilera de estatuas. La galería tiene un tejado de claraboyas, y la lluvia, que se ha convertido en granizo, las golpea con tal fuerza que se vuelve a poner el casco por miedo a que una piedra rompa uno de los cristales.

Pasa ante bandejas de monedas antiguas y estantes de cerámica. Luego se dirige a una vitrina y después de mirar dentro la coge entre las manos como si fuera un flipper y tuviera los botones correspondientes a cada lado.

Dentro hay un collar de oro dispuesto sobre un trozo de polvoriento terciopelo marrón. En una etiqueta escrita a máquina está consignada la fecha, 1500 a. C., seguida de una interrogación.

El collar está formado por unos tubitos dorados ensartados en un hilo. Los tubos no son más grandes que la uña de un niño.



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