Flores para Julia (Polos Opuestos nº 2) by Andrea Longarela & Neïra

Flores para Julia (Polos Opuestos nº 2) by Andrea Longarela & Neïra

autor:Andrea Longarela & Neïra
La lengua: spa
Format: mobi
publicado: 2018-09-12T22:00:00+00:00


Julia

Había sido horrible. Le dije a Oliver que no, que había ido bien, pero era mentira.

Cuando llegué a casa de Leandro, todos estaban sentados en la mesa esperándome.

—Hola. Siento el retraso.

—¿Liada? —preguntó Abi. Yo la ignoré.

La adoraba por cómo era, pero a veces su vena sarcástica me sacaba de quicio.

—Qué bien huele.

Sonreí a Leandro, pero él me miró con seriedad y supe que yo iba a ser el centro de todas las conversaciones aquel día.

Nora intentaba ocultar una sonrisa todo el tiempo, pero sin éxito. Se la veía nerviosa, como si estuviera a punto de explotar por no saber aguantar un secreto. El problema era que ya no había secreto. Todos los que estábamos allí sentados sabíamos que yo compartía algo más que espacio con Oliver.

—¿A qué se debe este silencio?

—A nada. ¿Por?

Abi alzó su copa y bebió un trago, con una expresión de disimulo en su cara. No dejaba de sonreír entre dientes y mirarme con una sonrisilla de lo más estúpida. Podía leer en sus ojos el: «Te lo dije. ¿Vas a seguir negándome que os estáis acostando juntos?».

Leandro me observaba de reojo; lo hacía de ese modo paternalista que me agradaba y que odiaba a partes iguales.

Solté mi tenedor, apoyé los codos en la mesa y me enfrenté a ellos. Solo quería disfrutar de una cena con mi familia y no tener que aguantar miraditas cargadas de reproches, de esperanza o de lo que fuera que significaran.

—Vale. De acuerdo. Hablemos. Supongo que Nora ya os ha puesto al corriente de… de…

—¿De? —insistió la bruja de Abi.

Ni siquiera me salían las palabras. Podía pasarme el día encima de Oliver, pero explicarlo en alto era otra cosa muy distinta.

—De que Oliver y yo somos amigos. —Leandro maldijo, Abi soltó una carcajada y Nora me reprendió con la mirada por ocultar información a los demás—. Amigos de los que se besan.

—Se besan mucho. Lo dijo Oli.

—Oliver. Y gracias por especificar, Nora.

Le sonreí, aunque por dentro quise cerrarle la boca metiéndole un trozo de pan dentro.

—¿Pensabas contárnoslo? —preguntó su madre.

—No hay mucho que contar, Abi. De verdad. Solo… solo es eso.

Leandro seguía callado. No era raro en él, y tampoco tenía que darle ningún tipo de explicación, pero que estuviera tan meditabundo me decía que la situación le preocupaba. Y es que… aunque me había empujado a divertirme, su preocupación era igual que la que tendría cualquier padre por sus hijos y tenía miedo de que me hicieran daño. Debía explicarle que no tenía que temer nada, que solo era un rollo como cualquier otro y que lo tenía controlado, pero no podía hablar de aquello delante de Nora.

Servimos el segundo plato en silencio. Hasta que la niña lo rompió soltando algo que nunca me hubiera esperado; ni siquiera lo recordaba.

—A lo mejor es por el deseo.

—¿Qué deseo?

—El de tu fiesta. ¿No te acuerdas?

Rememoré aquella noche, apenas un mes atrás, cuando soplé tres velas y pedimos como deseo que en mi cumpleaños hubiera una persona más sentada en nuestra mesa.

Tragué saliva e intenté explicarme del mejor modo posible.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.