Fiebre by Elizabeth Lowell

Fiebre by Elizabeth Lowell

autor:Elizabeth Lowell
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 1988-12-31T23:00:00+00:00


Capítulo Ocho

Lisa observaba a Rye con los ojos muy abiertos. Abrió la boca para decir algo, se mojó los labios e intentó pensar con claridad. Era imposible. Las palabras de Rye le habían trastornado hasta el punto que estaba temblando. No había pensado en lo que estaría sintiendo él con sus besos. Sabía que debía haberlo hecho. Era inocente pero no estúpida.

—Lo... lo siento —dijo ella, odiando saber que le había herido—. No estaba pensando en lo que esto significaría para ti. No quería hacerte daño.

Cuando Rye vio la expresión tensa de Lisa, maldijo para sí, y se sentó de un salto. Después, cerró los ojos, porque si seguía mirándola, se acercaría a ella, la besaría despacio, profundamente, y la seduciría antes de que tuviera oportunidad para decidir por sí misma.

De pronto, él notó el calor de su aliento en la mano un instante antes de que sus labios rozaran su piel. Entonces ella se llevó la mano de él a la mejilla y empezó a murmurar disculpas. Rye sintió que el cuerpo de Lisa temblaba y supo que en ese momento ella se sentía tan temerosa e infeliz como llena de-pasión. Darse cuenta de-ello hizo que -se arrepintiera de lo que había hecho, y enfrió el deseo que casi le había hecho perder el control de sí mismo.

—No es culpa tuya —murmuró Rye, atrayendo a Lisa hacia sí para abrazarla con cariño—. Es mía. Sabía hacia dónde iba. Tú no —sonrió con ironía—. Pero no sabía que podía desear a una mujer de la forma en que te deseo a ti. Me cogió por sorpresa —la besó en la mejilla, y notó sus lágrimas—. No llores, pequeña. No pasa nada. Ahora me conozco mejor que antes, y no haré nada que tú no quieras. Podrás tener tantos besos como quieras, como los quieras, donde los quieras.'Pero no tengas miedo de mí. Nunca te forzaría a hacer nada.Lisa. Lo sabes, ¿no?

Sus palabras tranquilizaron a Lisa, pero no tanto como los beso que le estaba dando en la frente, en las mejillas, en la punta de su nariz y en las comisuras de los labios. Después de un momento, lanzó un grato suspiro y empezó a relajarse pegada al pecho de él. Rye deseó estar desnudo para sentir la suavidad de su pelo por toda la piel. Volvió la cabeza hacia la melena, y aspiró profundamente, mientras se acariciaba la mejilla con los mechones.

Lisa sintió un extraño estremecimiento en el estómago al ver el placer que Rye estaba sintiendo tocando su pelo. Recordó el momento en que se había despertado, y se había encontrado a Rye jugueteando con el. Recordó cuando hacía unas semanas él había cogido su palma de la mano, y jugueteando había pasado su lengua por cada uno de sus dedos, para después mordisquearla suavemente hasta que ella gimió de placer. La idea de que todo su cuerpo pudiera tener las mismas sensaciones hizo que se le pusiera el vello de punta, de caler y sensibilidad. Corrió un poco de brisa, y ella se ajustó con desgana la blusa.



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