Fantasmas De Roma by Paloma Gomez Borrero

Fantasmas De Roma by Paloma Gomez Borrero

autor:Paloma Gomez Borrero
La lengua: es
Format: mobi
Tags: nonfiction
ISBN: 9788401011993
editor: Plaza & Janés Editores, S.A.
publicado: 2011-09-28T22:00:00+00:00


Cagliostro y señora

Llevaría mucho tiempo contar la vida y milagros de Giuseppe Balsamo, más conocido como conde de Cagliostro. Lo de «milagros» quizá no fuera una simple frase, porque fue aclamado en toda Europa como autor de prodigios y curaciones maravillosas. Y también perseguido como responsable de engaños y estafas sonadas. Sabio o charlatán, vagó por todo el continente envuelto en la fama y el escándalo. Y en Roma se desenvolvió la penúltima de sus aventuras, digna en todo de él.

Llegó a la Ciudad Eterna, recién expulsado de Francia. No era extraño, visto que delante del mismísimo rey Luis XVI había hecho gala de sus facultades adivinatorias, diciendo que veía «nubes negras para la Corona». Cuando el soberano le pidió consejo para disiparlas, Cagliostro le respondió que había que «hundir en el fango a los nobles más intrigantes, acercarse a los intelectuales» y, sobre todo, «eliminar durante diez años los impuestos que lastran al pueblo». Es natural que lo echaran.

En Roma, fue invitado por el vizconde De Breteuil, que quería dar una fiesta espectacular con el personaje más popular de su tiempo. Más de trescientos VIPS se dieron cita en su lujosa mansión de Villa Malta, junto a puerta Pinciana, ansiosos de ver algún prodigio mágico.

No lo olvidarían.

Aquella noche Cagliostro se hace de rogar, diciendo que quizá el futuro que prevea no será del agrado de todos los presentes. Y tiene razón, porque entre los invitados está el embajador de Francia, encargado por la propia reina María Antonieta de «vigilar al adivinador» y, sobre todo, de provocar su caída cuando dé el más mínimo paso en falso. Pero los nobles insisten tanto que Balsamo se decide. Manda que le traigan una paloma blanca, y, rodeado de la concurrencia, comienza a acariciarla dulcemente.

De pronto, sin que nadie haga nada, las luces bajan su intensidad. Entonces, a los ojos de todos se aparece una horrible escena: una muchedumbre encolerizada atraviesa París, cae sobre la Bastilla y masacra a los guardianes; después, se dirige al palacio de Versalles y hace prisionero al Rey.

Aún faltaba un mes para que fuera el 14 de julio de 1789.

El embajador de Francia abandona la villa indignado, y no pierde tiempo en denunciar ante el Vaticano a Cagliostro como rebelde, masón, impío, favorecedor de la igualdad entre los hombres (¡y las mujeres!) y partidario de la revolución. Cargos todos que el imputado hubiera admitido con orgullo.

Roma y París están de acuerdo en poner a la sombra al intrigante Balsamo. Sólo faltan las pruebas. Y las van a conseguir dos meses después, de labios de Lorenza Feliciani, la mujer del nigromante. Poco sabemos de esta «mujercilla insignificante» como la llamó uno de los amigos de Cagliostro. La conoció en un anterior viaje a Roma, donde trabajaba en casa de un artesano en el Callejón del Peregrino, junto a Campo de' Fiori. Aunque le siguió fielmente en todos sus viajes, le dio más problemas que compañía y, sin querer, acabó provocando su caída.

Un día, la señora Cagliostro se acercó a la iglesia de Santa Caterina della Rota a confesarse.



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