Falsa guerra by Carlos Manuel Álvarez

Falsa guerra by Carlos Manuel Álvarez

autor:Carlos Manuel Álvarez [Carlos Manuel Álvarez]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: S2
ISBN: 9788418342424
editor: Sexto Piso
publicado: 2021-04-24T05:00:00+00:00


En la mañana, mientras descascara el huevo hervido, alguien del grupo le cuenta al disidente cómo prácticamente se desmayó en el bar. Todo el mundo feliz, disfrutando a tope de la noche berlinesa, incluso una colega se había enredado con un gringo de la Universidad de Chicago que vino a Europa como parte de un intercambio académico, y entonces él cayó de golpe en estado cataléptico, echando a perder la velada. Frank dijo que siguieran, pero todos decidieron marcharse.

El disidente desayuna con una especie de vergüenza, sintiendo que el amarillo intenso de la yema de huevo se le sube a la cara, no importa que el amarillo no sea el color que se suba a la cara cuando a uno le apena algo. Es la resaca, piensa. Por suerte, en cuanto salen a la calle un nuevo incidente hace que su borrachera de la noche anterior pase a un segundo plano. Dos colegas han olvidado marcar su tiquete en el tranvía, y una parada más adelante se suben tres inspectores de transporte. Todo el mundo mira al disidente, porque piensan que en su resaca no ha ponchado el tiquete, pero sí lo ha hecho. Lo explicaron el primer día y es algo que él no pasa por alto, no quiere tener ningún tipo de problema con las autoridades alemanas, así sean las de transporte.

Por culpa de las colegas hay que bajarse, para que tomen sus datos y paguen sus respectivas multas. Sesenta euros por cabeza. Frank les dice que se calmen. Son dos muchachas nerviosas. Han empezado a gritarles improperios a los inspectores y también a llorar sin consuelo. Una de ellas es mulata, y en un arranque peliculero le grita xenófobo al inspector rubio, casi albino, de dieciocho pulgadas de bíceps y un corte de pelo a cepillo. El tipo en verdad inspira temor, pero xenófobo no parece ser, o ahora por lo menos no lo ha sido. Se quejan por el estricto cumplimiento del orden público, pero las infractoras son ellas. Lloran y suplican. Cálmense, por favor, dice Frank, déjenme conversar.

Frank ha visto refugiados de guerra llegar de Siria. ¿Qué puede pensar de esta perreta? Paga la multa de cada una, los ánimos se calman y siguen camino en otro tranvía. Al interior del grupo se puede escuchar el zumbido de una mosca. Bien, muchachos, relájense, dice Frank, no pasa nada. De veras no pasa nada, muchachos, relájense. Estaban más animados en el concierto de Debussy, dice. Algunos ríen. Frank es el hombre más bondadoso del mundo, piensa el disidente. Nunca he conocido a alguien igual, piensa, y mira su ceja levantada. No merece algo así, no lo merece.



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