Fábulas y leyendas de la mar by Álvaro Cunqueiro

Fábulas y leyendas de la mar by Álvaro Cunqueiro

autor:Álvaro Cunqueiro [Cunqueiro, Álvaro]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1981-12-31T16:00:00+00:00


Las fronteras del mar

«¡Hombre libre, siempre amarás el mar!» Pero el verbo chéri del verso del poeta francés tiene un matiz de ternura que lo hace bien más patético. Como si dijese a la vez amar y acariciar. Pero ahora resulta que el mar está lleno de fronteras, y los caminos que conducen por él a los caladeros habituales durante siglos están cerrados a los buques pesqueros. Esto lo siente la gente marinera de gran parte del litoral español, y como la que más, la gente gallega. El gallego, con tan acusado sentido de la propiedad, creía que el mar del Sol, le Grand Solé, era suyo, y que allí estaban puntuales las cosechas marinas, esperando sus redes. Las embarcaciones iban y venían libremente. Y algún poeta gallego, como José María Castroviejo, se embarcaba para ver de cerca las costas celtas de allá, las rocas que vuelven loca la brújula, saludar los vientos que allí habitan y recordar los marineros muertos en las grandes tempestades. Era tan nuestro el mar del Sol como la ría de Arosa. Ahora cada barco gallego necesita una licencia para faenar en él, ya no se siente libre en el mar… Tampoco, navegando hacia el Sur, es libre el mar de Portugal. El país de los naufragios, «de las naves y de las flotas» del poema de Antonio Nobre, también nos cierra su mar. De cualquiera se esperaría tal afán de fronteras más que de los lusíadas, nación que tan libremente, tan heroicamente, usó de los mares todos del globo, los mares conocidos y los «nunca antes navegados». Aún no hace muchos años, el que esto escribe vio en Lisboa al Patriarca de las Indias Orientales, cardenal Cereijeira, bendecir los lugres frágiles que se disponían a salir a Terranova, al bacalao. Era todavía algo más que una expedición guerrera: los marineros se santiguaban y ponían el rostro al viento para que les secase las lágrimas amargas de las despedidas. Las mujeres y los hijos les decían adioses tiernos, que se mezclaban con el latín litúrgico del Patriarca. En fin, los lugres precisan licencias en Terranova, como los gallegos en el mar del Sol. Y en sus aguas se las piden a los gallegos de Santa Uxia de Ribeira o de A Guardia que solían bajar hacia sus costas cotidianamente. Y ya no digamos nada de las aguas del moro, tan inseguras, más por las trapacerías del dueño que por las tempestades. Las familias de los marineros se quedan tranquilas cuando saben apresados los barcos en Irlanda o en Francia, o en Portugal, pero se preocupan e impacientan cuando saben a los suyos prisioneros del moro. Quizá conserven en su almario alguna memoria de la piratería berberisca, que todavía en el siglo XVIII llegaba a depredar en el corazón de las rías nuestras, en Cangas de Morrazo, por ejemplo, dejando a mujeres preñadas y llevándose a cautivos, como un escribano, que se pudo rescatar con sus dineros. Hay marineros gallegos que se quejan de intentos de



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.