Estambul otomano by Juan Goytisolo

Estambul otomano by Juan Goytisolo

autor:Juan Goytisolo [Goytisolo, Juan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1988-12-31T16:00:00+00:00


ELOGIO DEL TURCO

Durante el período de esplendor del Imperio otomano la imagen dominante del turco en Occidente es la de un ser bárbaro, feroz, cruel y sanguinario, entregado a los placeres carnales y el vicio nefando de la sodomía. La «animalización» simbólica de nuestros rivales, estudiada en las letras españolas por José María Perceval en el cuadro de la confrontación mental cristianismo-Islam, nos procura un elocuente bestiario compuesto de tigres, panteras, jabalíes, osos, caballos y aun de la «gran bestia o dragón» domeñados en Lepanto. Esta escenografía imaginaria —profundamente anclada en el subconsciente europeo, como lo mostraba la reciente «animalización» de los personajes turcos en el célebre filme de Alan Parker— se manifiesta sobre todo en la obra apologética de los autores del Siglo de Oro, enfrentados al doble peligro de la amenaza militar otomana y la «quinta columna» morisca. Poemas, tratados, comedias, relatos ofrecen la visión de un adversario animalizado, cuya sujeción o doma llevará a cabo el noble caballero español; pero, a esa imagen-espantajo a la que recurre incluso Cervantes, pese a la complejidad y sutileza de sus relaciones con el Islam, los viajeros occidentales empezarán a contraponer a partir de mediados del siglo XVI la creada por la experiencia de su trato y familiaridad con el adversario.

El cambio de perspectiva es completo y, al temor inspirado por la prevención y desconocimiento, sucede una visión más objetiva, no exenta a veces de real simpatía y admiración. Maestro en el arte de una ambivalencia y ambigüedad dictadas sin duda por la prudencia, el autor del Viaje pone en guardia al eventual lector contra la crítica injusta de sus predecesores: no «creáis, dice, a esos farsantes que vienen de allá y porque los trataron mal en galera dicen que son [los turcos] unos tales por cuales [...]. En lo que yo he andado, que es bien la tercera parte del mundo, no he visto gente más virtuosa, y pienso que tampoco la hay en las Indias, ni en lo que he andado, dejando aparte el creer en Mahoma, que ya sé que se van todos al infierno, pero hablo de la ley de natura».

A la tolerancia religiosa y ausencia de fanatismo ensalzadas por los protestantes, los viajeros agregan pronto nuevas virtudes: «Son gentes muy caritativas unos con otros y de buena fe. He visto a menudo cuando comemos que si pasa un hombre pobre junto a ellos lo invitan a yantar con nosotros, lo que nosotros no haríamos jamás» (Bertrandon de la Broquière). «No creo que haya en el mundo una nación más caritativa que ésta. Por ello no se ven pobres que pidan limosna públicamente, porque si alguno de ellos cae en la necesidad sus vecinos lo socorren inmediatamente» (Deshayes de Cormenin). «Quien viese la modestia, silencio y reverencia que guardan en sus mezquitas debería avergonzarse de que las iglesias de acá sean lugares de charla, paseo, cambalache y antro de ladrones» (Guillaume Postel). «Son mucho más asiduos en cumplir sus deberes con el falso profeta y acudir en



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