Era cuestión de ser libres by Miguel Ángel Cortés & Xavier Reyes Matheus

Era cuestión de ser libres by Miguel Ángel Cortés & Xavier Reyes Matheus

autor:Miguel Ángel Cortés & Xavier Reyes Matheus [Cortés, Miguel Ángel & Reyes Matheus, Xavier]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2012-02-29T16:00:00+00:00


V

SEÑAS CIUDADANAS

Bastiat precisamente, cuyo nombre se viene recuperando de un tiempo acá, después de un olvido de siglo y medio, dejó escrita una agudísima observación a propósito de la forma en que iba a entenderse aquel invento consagrado por el constitucionalismo liberal como vínculo esencial entre el Estado y la gente, entre el poder que no ejercen todos y los todos que sin embargo son sus titulares: la ciudadanía. En uno de sus panfletos, rebosantes siempre de ingenio, el gran publicista francés notaba que la Constitución francesa se abría con las siguientes palabras: «Francia se constituye en República para llamar a todos los ciudadanos a un grado cada vez más elevado de moralidad, de luz y de bienestar». En cambio, la ley fundamental americana comenzaba así: «Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, para formar una unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad interior, etc., decretamos…». Ante ambas construcciones, Bastiat se preguntaba: «¿Qué valor tiene un axioma en el que el sujeto y el predicado pueden cambiar de sitio impunemente? Todos entienden la expresión: La madre amamantará al niño. Pero sería ridículo decir: El niño amamantará a la madre».

No es trivial, en efecto, la posición gramatical que se atribuye a los ciudadanos para definirlos: si como sujetos o como meros complementos circunstanciales de finalidad. Zanjado el asunto de la representación, que es el modelo obligado para la democracia moderna, la diferencia tiene que ver sobre todo con la dimensión patrimonial de la ciudadanía, esto es, la parte que cumple a cada persona en el asunto de la riqueza nacional. Que entre esto y los derechos políticos hay una ligazón indudable es algo que los liberales del mundo entero supieron desde muy temprano, y cuya expresión institucional, el sufragio censitario, les ha colgado para siempre el sambenito de oligárquicos; los ha tiznado con las negras tintas, apestosas a papel moneda, de esa secta conspiradora y sin alma que se designa con el nombre de burguesía; y los acusa de haber cambiado el mundo para sustituir la aristocracia de la sangre por la mucho más vil del dinero. Podemos aceptar o no la buena fe que había tras las razones esgrimidas en el siglo XIX para defender aquella postura; algunas, por cierto, valoraban la acción de las masas pobres e ignorantes en términos no muy distintos a los que usaba Marx al caracterizarlas como lumpenproletariado: para el autor de El capital ponían en riesgo la efectividad de la revolución; para los liberales, la de la democracia: «Los derechos más sagrados en manos de un miserable que no puede sostenerlos son títulos de que no puede gozar. Solo el propietario puede conservarlos porque solo él puede hacerlos respetar», consideraba el destacado liberal hondureño José Cecilio del Valle, nada sospechoso de apoyar tiranías. Pero lo cierto es que la conquista del sufragio universal solo adquiría pleno sentido si, en vez de mirarse como una free entrance, se tomaba como una ampliación de la sociedad de propietarios y seguía privando la lógica del ciudadano en cuanto titular de derechos patrimoniales.



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