Entre los latidos de la noche by Charles Sheffield

Entre los latidos de la noche by Charles Sheffield

autor:Charles Sheffield [Sheffield, Charles]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1985-01-01T05:00:00+00:00


17

Despertar fue una agonía.

Comenzó sólo como un murmullo de voces que hablaban un lenguaje familiar pero con un tono y una entonación tan agudos que apenas eran comprensibles. Era como la voz de una máquina. Se esforzó por entenderlas.

—… poco más de asfanol… unos cuantos minutos más… hasta que sepamos qué hacer con los poros (¿los otros?)… los latidos del corazón cortantes (¿constantes?)…

Luego una afirmación más clara con una voz baja, furiosa y petulante.

—Maldita molestia. No podemos hacer nada hasta que tengamos un estamento policial. ¿Por qué ese loco tuvo que hacer lo que hizo? Nos llevará un mes…

Estaba respirando. El aire caliente entró en sus pulmones cauterizando los delicados alveolos con cada inspiración. Lo sintió arder a través de la barrera de la sangre, y luego embriagadores ríos de oxígeno surcaron las arterias y los capilares hasta el último rincón de su cuerpo. Sintió una agonía al reanudarse la circulación, acompañada de espasmos musculares que no podía controlar.

Peron movió la lengua, y cuando ésta tocó sus dientes le pareció seca e hinchada, demasiado grande para su boca. Pero cuando la pasó por los labios notó una sensación lustrosa, una textura de glicerina y un sabor que se infiltró en su boca. Gruñó de disgusto, pero ningún sonido surgió de su garganta.

—Está despierto —dijo otra voz—. Prepárate. Peron Turca: ¿puede abrir los ojos?

Peron intentó hacerlo. Parecía como si tuviera las pestañas pegadas, pero con algo de esfuerzo consiguió liberarlas. Entreabrió los ojos y encontró que estaba mirando un techo gris pálido que se curvaba para encontrarse con unas paredes del mismo color. En algún lugar a su derecha había un sonido constante de contracción y pulsación.

Giró la cabeza. Los músculos de su cuello crujieron, se resistieron pero obedecieron su orden mental. Estaba tendido junto a una gran masa de equipo médico, monitores, bombas, V/Is y unidades telemétricas. Numerosos tubos y cables corrían por su brazo desnudo. Otros se extendían hasta su nariz y bajaban por su cuerpo. Estaba desnudo.

Alzó la cabeza. Sintió que había algo sutilmente distinto al hacer el movimiento, pero no parecía que fuera un problema interno. Más bien era como si las leyes de la mecánica hubieran cambiado, y que aunque no estaba claramente en caída libre, tampoco se movía bajo ninguna forma normal de gravedad.

Y también pasaba algo raro con sus ojos. Muy raro. Podía ver, pero todo era difuso e indiferenciado, con los contornos pobremente definidos y con todos los colores convertidos en sombras pastel.

Peron giró la cabeza hacia la izquierda. Junto a la mesa en la que se encontraba había una mujer de mediana edad que le miraba con el ceño fruncido, en obvia desaprobación. Su cara tenía una piel suave, casi de bebé, y llevaba una capucha azul firmemente sujeta a su cabeza.

—De acuerdo —dijo. No parecía estar hablándole a Peron—. El control motor parece correcto. Orden: Tres centímetros cúbicos de historex en el muslo.

Era la voz que había oído en primer lugar, y una vez más sonó ronca y extrañamente mecánica. No vio ni oyó nada, pero después de unos segundos sintió un pinchazo en el muslo.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.