Ensayos quemados en Chile by Ariel Dorfman

Ensayos quemados en Chile by Ariel Dorfman

autor:Ariel Dorfman [Dorfman, Ariel]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Ediciones Godot
publicado: 2016-05-30T03:00:00+00:00


Abril, 1970

El patas de perro no es tranquilidad para el mañana

…comenzara otra vez a padecer, debiera hacerse crucificar cada cien años para que el mundo sepa que todo eso era verdadero y no piense en él como en un artista de teatro que murió martirizado en el tercer acto, pero que después se bajó a la calle por la puerta del foro y desde entonces está sentado a diestra de su empresario. Carlos Droguett, El compadre

Robot, fíjate bien, cada obra de arte, hasta se podría afirmar que cada época, se construye en torno a alguna pregunta fundamental, es el intento de responder a un cómo, a un quién, a un por qué, dónde, cuándo. No es una excepción la pesadilla que Carlos Droguett transcribió (¿la soñó, fue un mero transmisor?) en forma de novela, Patas de perro. El protagonista, mitad hombre, mitad perro, poco antes de desaparecer, antes de que lo borren, dice: “Algún día, todavía muy, muy lejano, alguien preguntará, algún niño, algún adolescente triste o esperanzado, preguntará: ¿Existió Bobi, el patas de perro?”.

Así que en este instante, este algún día y papel, no estaba tan lejos como él lo suponía, alguien está preguntando, algún aburrido ensayista, un profesor lleno de dudas y espejos que rehúsan funcionar, yo, tú, cualquiera, el que lea Patas de perro tiene derecho, el que ha pagado no sé cuántas lucas por leer este estudio en esta revista (a mí me la regalan), yo, tú, preguntará: ¿Existió? Y en realidad es hora de responder, ha llegado el momento. De paso, no se molesten si aprovechamos para demostrar otras cositas, siempre es bueno dar un espectáculo completo. Se hablará obviamente de estilo, de modo narrativo, citaremos al Arquetipo para que haga declaraciones (a nuestro favor), habrá que hacer gárgaras con la estructura significativa, hasta de la muerte conversaré, con cierto regocijo de sepulturero cobrando su aguinaldo el 1° de noviembre. Es mucho lo que uno sabe, ¿no es cierto? ¿Una barbaridad? ¿Y para eso nos pagan, eh? ¿Y me publican? Pero una advertencia, antes de jubilar, siempre es hora de cerrar cualquier y todo libro, bostezar hasta tragarse la cara, una amenaza antes de comenzar: vamos a responder esa pregunta, vas a tener que enfrentarla finalmente.

La de Bobi es, ante todo, la historia de una persecución y de una búsqueda. Se lo acosa desde el momento en que nace su familia, esa primera institución socializadora, que garantiza la continuación de la especie y que transmite los valores vigentes, es también la primera en iniciar el odio. El padre, aquella figura ambigua que agoniza en la trastienda de toda la narrativa chilena actual, distante, necesario, borracho, autoritario, efectúa las primeras embestidas. Posteriormente, el barrio crece ojos, uñas en las pestañas, los vecinos lo van clavando, el boticario, los del matadero. Pero la hostilidad no puede permanecer tan vaga. El que sea difusa es signo de indiferencia, hasta de cierto malsano cariño. La persecución se hará oficial, inevitablemente, a medida que Bobi deba cumplir las funciones y



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