En la ruta de la onda by Parmémides García Saldaña

En la ruta de la onda by Parmémides García Saldaña

autor:Parmémides García Saldaña [García Saldaña, Parmémides]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1972-01-11T16:00:00+00:00


Bailando el rock n’ roll la chaviza de la clase media sin querer faltaba al respeto a las firmes bases del hogar que la calidad moral de sus queridísimos padres había edificado, representando un acto sexual a distancia. Bailando el rock los chavos les decían a sus mayores que sus cuerpos ya sentían «cosas», vibraciones simultaneas entre la música.

Pero las todavía mejores convenciones-del-futuro de la clase media, amante del respeto, tipificada por las tres veces famosa Colonia Narvarte-Del Valle, orientaron a los hijos hacia el buen camino. La mayoría de los chavos y las chavas de aquellos primeros tiempos rocanroleros a-hoy componen los herederos de la transa: ese sector de la juventud mexicana pujante-positiva-activa-progresista-responsable que participa en la creación del bienestar del país, dentro de la cosa pública y la cosa privada, como parte de la institución: gobierno & iniciativa privada.

Aquellos que estuvieron brincoteando alrededor del rock, en las cincuenta, a-hoy son un pilar prometedor para el sostén del sistema familiar, constituyen la fuerza motriz del matrimonio, claro que adaptado al mundo de a-hoy. Esos danzantes alrededor de los cincuenta ya no están out de lo «moderno» como sus papás, sino «in la onda» del mundo de a-hoy. Ya no compran discos de Pedro Infante o José José o Raphael o Jorge Negreke o Lola Beltrán o Lo Quesea, pero de los Beatles sí, de los Lettermen si, de Sergio Méndez y su Brasil Fascista 70' si. Los nuevos matrimonios —compuestos por los jóvenes que tienen en sus manos el futuro de México— ya no bailan tango ni danzón, mambo ni chachachá, sino bossanova y rocknroll. (Dígase, bosanoba y rroquenrrol, gracias.).

La sordidez en el matrimonio ya no se localiza en los tugurios, sino en el dorado esplendor de los Nite Clubs In. En el nuevo matrimonio mexicano ya no hay «pecado», Porque los integrantes están viviendo como los seres civilizados y educados de un país civilizado, educado, progresista, avanzado y próspero, cuya economía depende de Estados Unidos, of course.

En aquellos cincuenta, las chavas de la clase media conservaron integra su virginidad, salvo excepciones, obviously. Pero los chaval, no. Los chavos, gracias a la bonanza familiar, tenían a las sirvientas o criaditas. Tenían a esas gatitas que los domingos (cuando la señora de la casa les da el día libre) iban al Califa (o al Chamberi o al Colonia o al Tacuaro) a mover el bote con el guapachoso ritmo de la música tropical.

El chavo —para atentar contra su virginidad antes del matrimonio— también tenía a las prostitutas. Pero las prostitutas no fueron tan frecuentadas por los chavos como por los padres de los chavos y los padres de los padres de los chavos de la clase media mechicana. Por otra parte, el chavo de los cincuenta tenía un amuleto, el coche de papá. Amuleto que atraía a las chavitas que taloneaban por unas cuantas vueltas en coche. Más bien: que quedan fajar.

La onda era sencilla: «papá, préstame el coche: cómo no, hijo, nadas más que me lo traes temprano; si, papa».



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