En el nombre del Poder Popular Constituyente by Gabriel Salazar

En el nombre del Poder Popular Constituyente by Gabriel Salazar

autor:Gabriel Salazar [Salazar, Gabriel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2010-12-31T16:00:00+00:00


b) El movimiento social-ciudadano de 1918-1925

El movimiento social-ciudadano fue, pues, derrotado en las batallas de Lircay y Cerro Barón, y sus vencedores pudieron de ese modo consolidar férreamente el Estado liberal, centralista y autoritario que constituyeron en 1833, el mismo que duró hasta 1925.

¿Fue, para la ciudadanía, una derrota total, exterminadora, definitiva?

Fue, por cierto, una derrota político-militar aplastante, pero no fue una derrota socio-cultural…

¿Por qué?… El movimiento social-ciudadano que derribó la dictadura de O’Higgins tenía una cultura productivista y de autogobierno de siglos de antigüedad. No solo en Chile: en Europa, la autonomía popular de las aldeas, pueblos y villorrios, dotada de su “cabildo o ayuntamiento”, provenía del temprano medioevo; prácticamente desde la caída del Imperio Romano. Fue esa misma cultura popular la que emigró y fundó los “pueblos” hispanoamericanos. La memoria ancestral que la nutría, unida luego a la memoria local de dos siglos de autogobierno, al recuerdo del derrocamiento de O’Higgins, al de la lucha a muerte contra el neocolonialismo de Santiago, al de la figura legendaria de Ramón Freire, a los principios que fundaron la Constitución de 1828, al de los mártires de Lircay y Cerro Barón, etc., no podía desaparecer de la noche a la mañana. En la memoria social, los recuerdos de la vida propia no desaparecen por la acción de terceros, aun si ésta es violenta y asesina, pues permanecen, se reinterpretan y se transforman. El “capital sociocultural” de los pueblos revive y se renueva cada vez que es oprimido o agredido… Y no se extingue en el espacio temporal de apenas una generación y media… Tanto más si el régimen vencedor continúa siendo dictatorial y represivo, pues en ese caso aquél relegitima, condensa y agudiza los recuerdos de la identidad que fue abusada y excluida…

La generación que derribó a O’Higgins y fusiló a Portales fue la misma, por lo que debemos entender que mantuvo intacta la memoria de todo ese período. Incluso hasta su muerte, ocurrida en 1852, la generación vencida seguía aclamando a Freire como el “caudillo defensor de los pueblos”. Por tanto, de un modo u otro, el ideario social-productivista y democrático del “pipiolaje” derrotado en 1829 continuó activo en la memoria popular hasta, probablemente, 1870 o 1880 (cuando Benjamín Vicuña Mackenna postuló a la Presidencia en 1876, fue nominado por la “Convención de los pueblos”). De este modo, podría decirse que los motines del período 1830-1837, el fusilamiento de Portales en 1837, la acción popular contestataria del bienio 1846-1848 (Sociedad de la Igualdad), la insurrección de 1851 (que redundó en la guerra civil de ese año) y también la de 1859 (también redundó en guerra civil), fueron manifestaciones que tuvieron como matriz una misma memoria social: la de las luchas ciudadanas del período 1822-1829, que tenía hacia atrás ancestros casi milenarios…

Ni esa cultura ni esa memoria fueron, pues, derrotadas por el patriciado mercantil…

La resiliencia y elasticidad de la memoria social (ciudadana) hace posible que existan procesos histérico-culturales subterráneos, que reptan y se filtran, de sujeto a sujeto, bajo los cimientos del espacio político monopolizado por el Estado, casi siempre invisibles a la ley.



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