En cuerpo y alma: ser mujer en tiempos de Franco by Aurora Morcillo Gómez

autor:Aurora Morcillo Gómez [Morcillo Gómez, Aurora]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Sexualidad, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2014-12-31T16:00:00+00:00

En el deporte pueden, en efecto, encontrar desarrollo las verdaderas y sólidas virtudes cristianas, virtudes que la gracia de Dios hace más tarde estables y fructuosas; en el espíritu de disciplina se aprenden y se practican la obediencia, la humildad y la renuncia; en las relaciones de equipo y competición, la caridad y el amor de fraternidad, el respeto recíproco, la magnanimidad, a veces incluso el perdón; y en las firmes leyes del rendimiento físico, la castidad, la modestia, la templanza, la prudencia…[43].

La iglesia considera que el deporte es un medio para disciplinar el cuerpo del hombre moderno, dado que es un individuo que ha de hacer frente a constantes tentaciones. Las mujeres modernas también tenían que ser apartadas del materialismo moderno. El doble rasero moral que predomina en los valores cristianos es especialmente importante en el caso de la mujer, ya que en la sociedad moderna es simultáneamente considerada como sujeto y objeto de la tentación. El recato femenino y la preparación física para la maternidad constituían el núcleo de todo Plan de Instrucción Física, circunstancia que volvía problemática la presencia de la mujer en deportes competitivos. La participación histórica de las mujeres en el deporte y la práctica de la educación física en general habían sido, en el mejor de los casos, inciertas. En 1960, al dirigirse Juan XXIII al mundo con motivo de la celebración de los Juegos olímpicos de Roma, participaban solo 610 mujeres de un total de 5.346 atletas de 83 países.

En España, la educación física de las mujeres había sido históricamente pasada por alto, dado que desde el inicio del siglo XX dicha formación se hallaba estrechamente relacionada con cuestiones de carácter militar[44]. Se suponía que la educación física de las mujeres debía prepararlas para la maternidad, aunque sin someter en ningún caso el cuerpo femenino a un ejercicio extenuante. El franquismo había asignado a la Sección Femenina la responsabilidad de modelar los cuerpos de las mujeres y de adaptarlos a su misión maternal. En sus planteamientos, el doctor Luis Agosti, asesor médico de la Sección Femenina, también se hará eco de un documento pontificio, en este caso la carta de Pío XI titulada Dobbiamo Intratenerla (1931)[45]:

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