El viaje interrumpido by John G. Fuller

El viaje interrumpido by John G. Fuller

autor:John G. Fuller [Fuller, John G.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1968-01-31T16:00:00+00:00


Al comenzar la sesión del 29 de febrero, Barney no se sentía seguro de si el doctor iba a acceder a su petición de que siguiese con Betty y le dejase a él descansar un poco del esfuerzo mental que le había costado la primera sesión. Realmente, él esperaba a medias, en el mismo instante de sumirse en el trance, que el doctor se limitaría a hipnotizarle para reforzar su susceptibilidad hipnótica con vistas a futuras sesiones. Cuando miró el reloj, al final de la segunda sesión, se sintió sorprendidísimo al ver que ya eran casi las diez, o sea que habían pasado casi dos horas. Se sintió sobresaltado porque, aunque ya habían llegado a una tesitura en la que aceptaba la posibilidad de perder contacto con la realidad durante una hora aproximadamente, estaba seguro de que tendría que haber intervalos de consciencia, por breves que fueran, si el trance duraba tanto tiempo.

Se notó muy tranquilo y a gusto al salir del trance, y creyó recordar que había contado todo lo ocurrido hasta el momento de llegar a Indian Head, aunque fuera en estado hipnótico. Se daba cuenta vagamente del tono de voz del doctor, pero de esto no conservaba un recuerdo claro.

—En realidad —dijo Barney más tarde—, no guardaba ningún recuerdo concreto sobre lo ocurrido durante las sesiones propiamente dichas, en estado hipnótico. Pero me pareció que mi memoria se fortalecía muchísimo a consecuencia de las sesiones hipnóticas, como si, de pronto, pudiera decir: «Betty, ¿recuerdas el color de la alfombra del motel en que paramos en Montreal? Pues era azul pálido». Cosas así. O que había atado el perro al radiador del retrete. Recordaba cosas de este tipo. Y también recordaba, en estado consciente, por supuesto, detalles como los números de las carreteras por donde habíamos ido. Y después de la segunda sesión, recordé también que habíamos parado en este restaurante tan raro, que parece una granja, antes de llegar a Montreal. Y la escena que evocó mi memoria era tan vivida… Un ambiente muy curioso y grato, precioso. Una gran chimenea, toda la pared era una chimenea. Nos dieron un desayuno estupendo, el tipo de desayuno que se da a los leñadores: tarugos de jamón y, encima, tres o cuatro huevos, si los pedías. El recuerdo me vino a la memoria clarísimamente. Es decir, que la parte consciente del viaje me volvió a la memoria con más claridad que nunca, aunque seguía sin tener idea de lo ocurrido durante el período de tiempo bloqueado por la amnesia.

«Luego, después de esta segunda sesión, comencé a tener sueños. Tuve unos sueños raros, comencé a soñar, por primera vez en mi vida, con objetos volantes no identificados. Y leí un libro sobre un médico que había estado en un campo de concentración en Alemania y que estaba lleno de angustia y comencé a imaginármelo como si fuera el doctor Simon, y este libro me llenó de angustia a mí también, porque, en cierto modo, el doctor Simon se había convertido en una especie de amigo íntimo.



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