El Verano de Seb by K.C. Wells

El Verano de Seb by K.C. Wells

autor:K.C. Wells [Wells, K.C.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, Romance, Contemporary, LGBTQ+, gay
ISBN: 9781913843502
Google: j1KnzgEACAAJ
editor: Amazon Digital Services LLC - KDP Print US
publicado: 2021-09-24T16:20:51.908917+00:00


Seb se despertó con la luz del día derramándose por la ventana y el aroma a café recién hecho inundando el dormitorio. Un rápido vistazo al viejo reloj de Gary, que se alzaba en la mesilla de noche, le reveló que eran las ocho y media y sonrió para sí mismo. «Me he debido quedar dormido al minuto de haberme corrido».

Marcus entró en el dormitorio, desnudo, portando dos tazas.

Seb se sentó en la cama con una sonrisa de oreja a oreja.

—Podría acostumbrarme a esto —Al segundo siguiente, fue consciente del estado en que se encontraban las sábanas bajo su cuerpo e hizo una mueca de asco—. Necesito cambiar las sábanas —No había una, sino dos manchas que aún estaban húmedas bajo él y eso pertenecía a ambos.

Marcus alzó las cejas.

—¿Tienes la necesidad de cambiarlas ahora? —dejó las tazas en la mesilla y se metió en la cama, a su lado, apilando unas almohadas tras él.

—No, pueden esperar hasta que haya terminado mi café.

—Porque creo que podríamos sacarlas un poco más de partido —dijo Marcus y sus ojos brillaban con malicia.

—¿Qué tienes en mente? —sonrió Seb.

—Bueno, eso depende. ¿Cómo está tu culo?

Seb exhibió su sonrisa más amplia.

—¿Vacío?

Marcus rio.

—Un relajado polvo mañanero, entonces.

—Es mi tipo preferido de mañana —sonrió y alargó el brazo para alcanzar su taza, el cálido y almizclado aroma de Marcus permeando sus sentidos cuando se inclinó sobre él. Levantarse con su olor envolviéndolo todo era una de las cosas más sexis que había vivido nunca. Miró a Marcus, inquisitivo—. ¿Está ese culo tuyo preparado para que entre en él?

La vacilación de Marcus ya fue, en parte, una respuesta.

—¿Podemos aplazar eso uno o dos días?

Seb parpadeó.

—¿Algo que necesites compartir conmigo?

Marcus dio un sorbo a su café.

—Ha pasado un tiempo, ¿de acuerdo? La mayor parte de los hombres con los que me enrollaba preferían ser pasivos y, en cierta forma, quedé atrapado en ese rol.

—Así que, cuando dije que quería follarte...

Los ojos de Marcus titilaron.

—Sí, el mejor Cuatro de julio de mi vida. Tengo un tapón anal en mi casa. Necesito dilatarlo un poco, eso es todo —deslizó su mano por el estómago de Seb y envolvió su erecto pene con ella—. No puedo esperar a sentir esto dentro de mí —de repente calló y su rostro se tensó—. Oh, Señor —liberó su polla y se hundió contra las almohadas.

—¿Qué pasa?

Marcus frunció el ceño.

—Espero que los niños no decidan entrar en el pabellón de verano y revuelvan entre mis cosas. Me los puedo imaginar corriendo por la casa, agitando mi resplandeciente dildo doble negro, gritando «¡El tío Marcus tiene una serpiente!».

Seb se quedó petrificado.

—¿Dildo doble?

Marcus inclinó la cabeza a un lado.

—¿Alguna vez has jugado con alguno?

—No, pero ahora que lo mencionas... —puso la expresión más seria que pudo—. Creo que necesitas traer aquí todos tus juguetes. Por seguridad.

Los labios de Marcus se elevaron ligeramente.

—Oh, ¿eso crees? —miró a su alrededor—. No creo que tengas espacio suficiente para todos mis juguetes.

Seb abrió la boca de par en par.

—Pero ¿cuántos tienes? —captó un destello en sus ojos—.



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