El Triturador de Almas by Carter Damon

El Triturador de Almas by Carter Damon

autor:Carter Damon [Damon, Carter]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 2020-12-04T00:00:00+00:00


Capítulo 32

Los han instalado en las habitaciones del complejo subterráneo del Mojave y les han facilitado libertad de movimiento. Leo se siente apesadumbrado. Lejos del bullicioso ajetreo de antaño, vivir en las instalaciones de Ariadna, prácticamente vacías a excepción del personal de seguridad, le resulta deprimente.

Aquí pueden oírse hasta los ecos de mis pensamientos.

Después de un frugal desayuno se han puesto manos a la obra. Leo observa que Samantha está particularmente decidida. Le extraña que todas sus objeciones morales sobre facilitar la localización del planeta de Min se hayan evaporado con tanta facilidad, pero prefiere no decir palabra, no sea que cualquier mínimo comentario suscite una nueva oleada de remordimientos.

Están en una zona de almacenamiento donde se han guardado numerosos equipos empleados durante la fase activa del Proyecto Ariadna.

—En aquella época éramos bastante recelosos del general Sanders, ¿recuerdas, Leo? Por eso nunca llegué a catalogar el artilugio que creamos para descubrir destellos de entrelazamientos ocurridos en el pasado… el Detector. Mira qué bien nos ha venido.

Leo sonríe, aunque aún permanece intranquilo. Cada vez que recuerda las palabras del presidente «su última oportunidad» siente que le sube la presión sanguínea. Por eso el alivio es enorme cuando Samantha descubre el embalaje que contiene el aparato que buscan. No es demasiado pesado y entre los dos lo sitúan sobre una mesa.

Afortunadamente esta pesadilla está a punto de acabar. Entregamos estas coordenadas y nos olvidamos de todo este lío.

—¿El aparato funciona? —Leo observa por encima del hombro cómo Samantha lo manipula.

—Perfectamente… y el histórico no se ha movido desde tu excursioncita por la galaxia… así que aquí tienen que estar los datos que necesitamos.

Leo rememora los recuerdos que han suscitado las palabras de Samantha.

—Sí… toda una excursión. ¡En menudo fregado me metiste! Afortunadamente esos tiempos de viajar entre mundos ya han pasado para mí… aunque si te digo la verdad guardo un grato recuerdo de las aventuras vividas junto con el doctor Bernstein y el capitán Watts… y Min por supuesto. Corrimos serios peligros… —Leo hace una pausa, degustando esos momentos en la memoria—. Jamás pensé que fuéramos a salir con vida de todo aquello y… creo que esa experiencia ha colmado algo en mí… ¿sabes? Ya no necesito tener más experiencias fuertes, ni peligros. Es algo que ya he tenido de sobra en mi vida. Basta con recordar esos capítulos pasados para poderme servir un buen plato de emoción y adrenalina… no sé si me entiendes…

—Perdona Leo… ¿decías algo? Es que estoy verificando la integridad del sistema y parece plenamente operativo. —Samantha se vuelve hacia Leo—. Entonces, ¿qué me decías de la adrenalina?

Leo sonríe. Nada es capaz de alterar su buen humor. Van a completar el mandato del presidente y saberse capaz de cumplir esa tarea supone un bálsamo que lo embarga de euforia.

—Bueno, ya está, ¿no? ¿Has tomado los datos? —responde con una pregunta.

—¡Leo! ¿Cómo vamos a ser tan chapuceros de dar datos sin confirmar? —protesta Samantha.

Leo la mira interrogativamente y Samantha le explica con vehemencia, molesta de tener que detallar lo obvio.



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