El susurro de las estrellas de madrugada by Vadim Zeland

El susurro de las estrellas de madrugada by Vadim Zeland

autor:Vadim Zeland [Zeland, Vadim]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Autoayuda
editor: Obelisco
publicado: 2004-12-31T23:00:00+00:00


Vela mayor del alma

Las personas se perciben a sí mismas y a las exteriorizaciones del mundo sólo en calidad de objetos materiales. Todos los objetos materiales tienen una esencia de la información energética común, imposible de comprender con la percepción convencional. Es algo que se encuentra en el espacio de las variantes y lo que determina la actitud de la realización material. El lenguaje de las descripciones abstractas, el que acostumbramos utilizar, sólo describe demostraciones exteriores de una entidad de la información energética. Resulta imposible describir esta entidad primordial inequívocamente utilizando el lenguaje de las definiciones mentales; de aquí se origina la multitud de corrientes filosóficas y religiosas.

Nuestra percepción se ha formado tal como es, puesto que desde los pañales nos educaron a concentrar la atención en los elementos aislados. «¡Mira qué nene! ¡Eso son tus manitas, y éstas son tus piernas chiquititas! ¡Y eso es tu papilla! ¡Mira, allí vuela un pajarito!». La percepción se sintoniza a lo largo de toda la vida.

Cualquier dato exterior la mente lo reduce constantemente según la plantilla de la descripción establecida del mundo.

Por ejemplo, si nunca vimos el campo energético del hombre, la mente no permitirá que se descubra a nuestros ojos así sin más, porque este hecho no se ajusta a nuestra plantilla habitual. De pequeño, nadie prestaba atención al aura, por tanto ésta no entró en la plantilla de la descripción del mundo. Ahora podemos saber teóricamente que el aura existe, pero prácticamente no veremos nada.

El mecanismo de la percepción del mundo circundante sigue siendo hasta ahora un blanco. Podemos abordar sólo sus lados aislados. Por ejemplo, las hormigas nunca vieron las estrellas. No han visto ni el sol ni las montañas ni siquiera el bosque. Simplemente es que su vista está organizada de tal manera que desde el nacimiento tratan sólo con los objetos cercanos. Su percepción del mundo circundante se distingue radicalmente de la nuestra.

¿Y cuál es el verdadero aspecto del mundo? Es un intento de plantear una pregunta supuestamente objetiva para recibir una respuesta objetiva. Sin embargo, la pregunta en sí no es objetiva. El aspecto del mundo es exactamente el que estamos viendo, porque el concepto de que «algo tiene cierto aspecto» también es un elemento de la plantilla de nuestra percepción. Por ejemplo, en la plantilla de un topo ciego no existe concepto «tener cierto aspecto». El mundo se nos demuestra de acuerdo con nuestra plantilla de percepción y, al mismo tiempo, él no tiene ningún «aspecto». No tiene sentido afirmar que el mundo tiene el aspecto de siempre, o que parece una acumulación de energía radiante, o cualquier otra cosa. Sólo tiene sentido hablar de sus manifestaciones aisladas, las que somos capaces de percibir.

La conciencia del hombre es un producto social. Se basa en las ideas y definiciones de todo lo que nos rodea. El alma (el subconsciente) reside dentro de cada uno de nosotros desde que nacemos. Sin embargo, la conciencia aparece cuando todo lo que nos rodea está determinado y etiquetado por las ideas y determinaciones del lenguaje humano.



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