El sonámbulo de Verdún by Eva Díaz Pérez

El sonámbulo de Verdún by Eva Díaz Pérez

autor:Eva Díaz Pérez [Díaz Pérez, Eva]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-10-31T16:00:00+00:00


La verdadera historia

de Jaroslav Smoljak

1

¿Por qué Jaroslav decidió abandonar el ejército austrohúngaro en el frente de los Alpes? Es cierto que desde el comienzo de la guerra el soldado Jaroslav Smoljak no había mostrado especial fiebre patriótica, puesto que era uno de tantos checos desencantados por los caprichos de Viena que deseaban la independencia de una vez por todas. Sin embargo, había otras razones anteriores a su entrada en el frente. Por ejemplo, la orden promulgada por la corte austríaca que prohibía toda muestra de admiración por el enemigo. En Praga se vetaron las obras de teatro francesas, se suspendieron las sesiones de cine en las que estaban programadas películas de París, y desaparecieron todas las publicaciones procedentes del país enemigo. Naturalmente, La Vie Parisienne, a la que estaba suscrito Jaroslav, dejó de llegar a Praga. A nadie se le habría ocurrido en aquellos días de galofobia hablar por la calle en francés o referirse a alguna expresión coloquial propia del ingenio parisino. Cuántas veces tuvo Jaroslav que morderse la lengua. Para él fue una prueba muy difícil, sobre todo cuando su madre le obligó a desprenderse de los tesoros franceses, cosa que finalmente no llegó a hacer; y eso incluía su colección de revistas de La Vie Parisienne, varios libros de escritores franceses, las fotografías pornográficas de muchachas francesas que había comprado en el café Slavia y la esencia de eau de violette ducal con la que atravesaba la calle Parízská, vía a la que por cierto estuvieron a punto de cambiar el nombre en cumplimiento de otro decreto emitido desde los despachos de Viena. Claro que los checos hicieron todo lo posible por hacer oídos sordos al capricho imperial y continuaron sintiéndose tan franceses como siempre. A fin de cuentas, Praga era como París, solo que con más nieblas y menos luz.

Por las noches, Jaroslav recitaba de memoria poemas en francés para no olvidar la querida lengua y soñaba con actrices francesas ligeras de ropa que parecían salidas de sus postales sicalípticas. Al ser reclutado estuvo a punto de meter en su petate aquel librito que Apollinaire escribió fascinado por las tierras bohemias, El paseante de Praga, para que le hiciera compañía en las noches de guerra. Pero su madre se lo prohibió, porque lo habrían detenido creyendo que era un espía francés para fusilarlo al instante.

Sin embargo, esta obsesión por saber que estaba luchando en el bando equivocado no fue la única razón por la que decidió abandonar el frente y desertar, convertirse en un fugitivo del ejército del emperador Francisco José. Todo tiene que ver con una mañana que superó en horror incluso a las jornadas de la olvidada campaña de Serbia. Ese mismo día Jaroslav posa en una foto de la que no está nada orgulloso, pero fue una orden del sargento. Habían llegado al campamento desde Viena un periodista y un fotógrafo para inmortalizar la última hazaña del ejército austrohúngaro. También habría querido olvidarla, pero sabe que en algún lugar del mundo siempre existirá esa fotografía para recordarle lo que hizo.



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