El solitario by Eugène Ionesco

El solitario by Eugène Ionesco

autor:Eugène Ionesco [Ionesco, Eugène]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1972-12-31T16:00:00+00:00


* * *

Ya no sabía dónde me encontraba, a pesar de saberlo, claro está. Tenía la sensación de estar allí y, al mismo tiempo, de estar fuera de allí. Me parecía que todo se movía o se había movido. Un cambio extraño, fácil de sentir inmediatamente, pero imposible de explicar con palabras. Aquella era mi casa, la misma casa, la misma butaca, el mismo canapé, la misma alfombra, y, sin embargo, aquello no era la misma alfombra, ni el mismo canapé ni los mismos libros, ni las mismas paredes. Una rareza inexplicable. O más bien una rareza que me hacía creer que había un error en mi manera de explicarme las cosas. No, el mundo ya no era el mismo. Ni la situación de los objetos. Ni el cielo, ni los individuos. ¿Quién era yo? ¿Dónde me encontraba? Una angustia inexpresable, ya que hasta las palabras habían cambiado de significado. Podía desplazarme, ir a la cocina, bajar la escalera, ir a comprar el periódico, volver, pero todo ello tenía lugar en un mundo que ya no era el mismo mundo.

En otro tiempo, al producirse este cambio, me invadía una especie de alegría. Ahora era el miedo. Me veía de repente arrancado de raíz y trasplantado en otra parte en un mundo habitual. ¡Como si el mundo pudiese ser habitual! ¡Como si el mundo pudiese ser normal! ¡Como si percibir los latidos de nuestro corazón y sentirse respirar fuese natural! Miraba un objeto que estaba situado delante de mí: un metro setenta de alto, un metro veinte de ancho, con una puerta de dos hojas que podían abrirse y cerrarse. Y, dentro, estantes, y perchas, y vestidos, los míos, y lencería, la mía. Evidentemente, si me hubiesen preguntado qué era este objeto, habría respondido que era un armario. Pero aquello ya no era un armario, no podía creer sinceramente que era un armario, y, sin embargo, no era otra cosa. Yo habría podido responder a todo el mundo que aquello era un armario. Pero las palabras mentían. No solamente los objetos ya no eran los mismos objetos, sino que las palabras ya no eran las mismas palabras. Las palabras me parecían falsas. Los objetos, a mi parecer, habían perdido su función. Yo los utilizaba para algo, pero me parecía que esos objetos no estaban destinados al uso que yo les daba, e incluso que no tenían empleo alguno. Como si no tuviese el derecho de tocarlos. Estaba sumergido en un mundo nuevo del cual no sabía qué hacer. Un mundo inútil. Me encontraba en un mundo paralelo, en el mundo negativo del nuestro; todo aquello no era mío, no podía ser mío. ¿Dónde me habían transportado? El mundo oscilaba: todo un conjunto había sido sustituido por otro. Estaba en otra creación: como en otra creación. Debía aprender de nuevo el sentido de las cosas y su función. Pero las funciones no revelaban la esencia de las cosas. Y todo lo que estaba a mi alrededor era otro. Y yo era otro. ¿Se hundiría el piso? Yo lo rechazaba todo.



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