El secreto de Serina by Elizabeth Betancourt

El secreto de Serina by Elizabeth Betancourt

autor:Elizabeth Betancourt
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Romántico
publicado: 2019-06-28T22:00:00+00:00


Capítulo 8

Durante toda su vida había tenido que aguantar los prejuicios de la gente. ¡Era actriz! ¡Ni que fuera una mafiosa o algo parecido! Hasta a un criminal se le respetaba más que a un artista. Pensaba Serina mientras recogía sus ropas y las doblaba cuidadosamente en su maleta.

Reed era un capullo y se lo había demostrado con creces. Su madre nunca había conocido el amor y Serina sabía por certeza que por muy hermosa que fuera, por mucho que las revistas la catalogarán como la mujer más sensual del mes, no lograría encontrar un amigo, un compañero de vida. Eso se debía a que siempre existiría la duda de si la persona está con ella realmente por cómo es o simplemente por ser Serina Davis. Estaba clarísimo que Reed se había acostado con ella por la novedad, por jactarse luego de haber estado con Serina Davis durante una misión. Él pensaba lo peor de su persona, ni siquiera la había preguntado cómo se había sentido al ver a todos aquellos reporteros a punto de pillarla y acosarla. Había sentido un auténtico pánico.

Se borró las lágrimas con el dorso de su mano. Él no merecía que derramará sus lágrimas. Simplemente era la decepción porque había llegado a confiar en él. Mientras colocaba la última prenda en la maleta, ya a punto de cerrarla, su puerta se abrió de golpe.

—¿Qué te crees que haces? —Rugió Reed al verla.

—Irme. —Respondió Serina con tranquilidad. Una calma que enfureció aún más al policía.

—Ya sabía yo que te ibas a hartar de estar en un campo, pero escúchame. —Dijo dando un paso hacia ella de forma amenazante.

—No voy a aguantar tus berrinches de actriz caprichosa. — Reed cogió su maleta y la estampó contra la pared. Todas las prendas cayeron y Serina, impactada se le quedó viendo.

—Mi trabajo es cuidarte, no me lo pongas más difícil si no quieres que te haga la estancia más insoportable aún. Te quedarás aquí quietecita sin causar más problemas, hasta que la investigación termine. A mí tampoco me da la gana tener que hacer ese trabajo, pero no hay otra.

Serina le miró dolida y replicó. — ¿Follarme forma parte de tu trabajo, también? —Ni siquiera se enteró de cuando el comisario estaba a milímetros de su rostro, agarrándola la melena, con firmeza, pero sin llegar a causarle daño. — ¡No me provoques, preciosa! —La dejó como si le quemará tocarla y salió de la habitación como un tornado.

Serina se agachó y empezó a recoger su ropa, para meterla a dentro del armario. Solo esperaba que esta investigación acabará para perder de vista a ese capullo, que era un pésimo policía, un poli del tres al cuarto. — Se dijo a sí misma, sintiendo que algo se había roto, su corazón lloraba porque se sentía herido.



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