El secreto de Adán by Guillermo Ferrara

El secreto de Adán by Guillermo Ferrara

autor:Guillermo Ferrara [Ferrara, Guillermo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2010-12-31T16:00:00+00:00


43

Adán fue detrás de Krüger. Caminaron por el extenso pasillo que separaba la oficina del alemán del resto del edificio. Éste también estaba pintado de blanco; unos sobrios cuadros destilaban un ambiente sobrio, y había un exquisito aroma a violetas y lavanda. Doblaron hacia la izquierda, donde había varias puertas cerradas de los despachos con rótulos como: «Dr. Louis Canno», «Dr. Peter Ingals», «Dra. Kate Smith».

—Espera aquí —le dijo Krüger e introdujo un código numérico al tiempo que colocaba su pulgar derecho sobre el lector óptico de seguridad antes que una puerta se abriera.

Adán Roussos aguardaba sorprendido. Se adelantó por la puerta de seguridad y avanzaron por otro pasillo que parecía no finalizar nunca. Doblaron a la derecha y otra vez a la izquierda. Al llegar a la siguiente puerta, Krüger cogió un teléfono interno, de color blanco, adosado a la pared y levantó el auricular.

—Kate, soy yo. Vengo con el doctor Roussos. ¿Es posible que entremos? ¿Cómo están ellos?

—Pasen —escuchó Adán la voz de la joven. Se oyó el chirrido sobre la cerradura de la puerta al ser abierta desde dentro.

Adán le sonrió a la chica al entrar.

—Estábamos por hacer un ensayo general —la doctora Kate tenía un exquisito perfume, las uñas de las manos pintadas de color violeta, su delicada piel era tersa y brillaba por su juventud. Pero su belleza no distrajo mucho a Adán, que estaba intrigado sobre lo que ocurría allí.

—¿Un ensayo general? ¿A qué te refieres? —Adán necesitaba información.

—¿No le ha comentado nada, doctor Krüger? —le preguntó Kate al genetista.

El alemán guardó unas llaves en su chaqueta y se giró hacia Adán.

—Mira —le dijo mirándolo a los ojos—, aquí verás, sobre todo, los resultados prácticos de lo que ha encontrado nuestro amigo Aquiles. Su descubrimiento madre no está aquí, sólo un fragmento.

Adán hizo una mueca de asombro.

—No entiendo.

—Asómate por aquella ventana —le pidió el genetista.

Adán dio diez o doce pasos y fue hacia un amplio ventanal. Sus ojos dominaron la habitación. Encontró a unos veinte niños jugando en diferentes actitudes. Unos escribían. Otros leían. Otros niños se reunían en grupos de cinco o siete sentados con los ojos cerrados. Estaban guiados por otros tres adultos. Adán pensó que serían sus maestros o tutores. Había pequeños de todas las razas, negros, arios, orientales y mestizos.

—¿Qué es esto? ¿Qué hacen los niños?

Tanto Kate como el doctor Krüger se miraron entre sí.

—¿Qué tiene que ver esto con el descubrimiento de Aquiles?

—Espera —Krüger apoyó una mano en su hombro—. Te he dicho que éstos son los resultados prácticos de lo que Aquiles descubrió.

Adán estaba perdiendo la paciencia.

—Bien. Son niños. Y dice que son los resultados prácticos ¿de qué?

Mientras la doctora se alejó hacia otra habitación, Krüger hizo una seña con su mano apuntando a un sofá de cuero.

—Siéntate, te contaré todo.

Adán se reclinó sobre el sofá.

—Verás, lo que has visto son niños índigo, niños especiales con capacidades especiales. Tienen desarrollada una gran parte de su cerebro y su código genético es distinto.

Adán parecía un radar en busca de información, su rostro hizo una mueca de curiosidad.



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