El peligroso encanto de lo invisible by Philip Ball

El peligroso encanto de lo invisible by Philip Ball

autor:Philip Ball
La lengua: spa
Format: epub
editor: Turner Publicaciones
publicado: 2016-11-15T00:00:00+00:00


NO MIRES AHORA

La elección de lo que vemos no siempre es pasiva, ni viene impuesta por las instrucciones del mago o la autosugestión del hipnotista. Somos selectivamente ciegos ante los inconvenientes, así como también selectivamente sordos. La cuestión de la invisibilidad se inserta, por tanto, en un discurso más amplio acerca de la vista y la visión.

Hans Christian Andersen lo expresó de una forma preciosa en su cuento El traje nuevo del emperador. Esta historia suele considerarse una parábola sobre el valor de desafiar las convenciones con que nos engañamos a nosotros mismos: el niño, inmune a la presión social que ha atrapado al resto de los ciudadanos en la farsa de pretender ver lo que no existe, se pronuncia honestamente sobre la desnudez del emperador y hace añicos el engaño colectivo. Hay buenas razones para creer que Andersen se propuso con ello ridiculizar las vanas pretensiones de la aristocracia sueca. Pero como exploración de lo visible y lo invisible, la historia tiene otras profundidades.

Algunas adaptaciones fílmicas han centrado más su atención en los dos embaucadores que convencen al emperador y a su corte de que están confeccionando para él un conjunto de ropas finas. Estas vestimentas, les dicen, son mágicas y solo las ven quienes son dignos de verlas, no los ineptos ni los estúpidos. Estos “sastres” son en realidad unos pícaros ilusionistas en la tradición de la magia popular; pero su truco no consiste en lograr la invisibilidad por medio de la prestidigitación, sino en crear la enrevesada ilusión psicológica de negar la invisibilidad de lo que en realidad no existe en absoluto. No es de extrañar que admiremos su desparpajo.

En todo caso, utilizan justamente el tipo de elaborada confusión sensorial que desde siempre han empleado los ilusionistas. Si simplemente hubieran hecho la pantomima de sacar de una maleta las ropas “invisibles”, difícilmente habrían logrado engañar a alguien. Lograr que la gente vea lo que no está ahí, igual que hacer que no vean lo que sí está, exige una actuación más elaborada. Los sastres instalan unos telares y ejecutan un hábil simulacro de cortar y coser el paño que han tejido. Con ello, nos dice la folclorista Maria Tatar, se convierten en algo más que simples estafadores, pues producen –de la nada, hecho de nada– un objeto de genuina belleza. “Es el paño lo que nos cautiva –dice Tatar–, obligándonos a imaginar algo hermoso aun cuando carece de realidad física”. Es Andersen quien lo hace todo, y de ahí que su narración sea espléndida. Sus sastres describen los diseños y texturas de esta tela (“ligera como las telarañas”), de tal modo que hasta nosotros –nosotros, los lectores– la vemos realmente. Entonces la propia narración se convierte en el tema del cuento, pues es a través de ella, recurriendo a las palabras y los gestos precisos, que tejemos maravillas salidas de la nada y conjuramos visiones que no son reales. Los sastres falsos, señala Tatar, son artistas verdaderos, cuyos engaños son fuente de deleite. Acaso también sean proletarios



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