El otro lado del sexo by Valerie Tasso

El otro lado del sexo by Valerie Tasso

autor:Valerie Tasso
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Erótico
publicado: 2006-12-31T16:00:00+00:00


Una práctica con muchos nombres

Se denomina «voyeurismo» (es una palabra francesa que viene del verbo voir que significa «mirar») a la actividad de una persona que goza mirando a gente desnuda o que realiza el acto sexual. También, se conoce como «escoptofilia» o «inspeccionismo». Esta peculiaridad erótica tiene de hecho muchas denominaciones clínicas y matices, según la situación en la cual se encuentra el sujeto que la practica. En general, el voyeur o «mirón» se masturba mientras contempla una escena que le produce placer. Son pocos los que se niegan a mirar si se les pone una situación excitante delante de sus narices. Según los psiquiatras, si lo hacen de forma aislada, no pasa nada. Pero si se necesita para poder obtener placer, entonces es que existe un «problema». Y en tal caso se considera una desviación sexual o parafilia. Es decir, si la persona no practica el acto sexual, pero llega al orgasmo sólo mirando, entonces es que «no está bien». Así de simplista es la medicina. Volvemos otra vez a lo mismo que comentábamos en los capítulos anteriores: recrearse en los preliminares está mal visto. Lo que cuenta es el coito. Lo demás son desviaciones o incluso perversiones, porque rompen con nuestro modelo judeocristiano coitocéntrico.

La dificultad de encontrarme con un voyeur residía en el hecho de que suelen ser personas que quieren pasar inadvertidas. De hecho, realizan sus actividades de manera anónima, con gente desconocida. Son conscientes de que se los puede descubrir. Eso mismo produce excitación. Me imagino que el riesgo aumenta la adrenalina y, por lo tanto, excita.

Hay muchos estudios sobre el voyeurismo. Se acepta que los voyeurs suelen ser varones heterosexuales, para nada peligrosos, y que pocas veces acuden a la consulta de algún psiquiatra. Cuando lo hacen es porque se han visto involucrados en algún problema de tipo judicial a raíz de la demanda de una «víctima», o los ha obligado la propia familia. Todos los voyeurs que me he encontrado tienen el mismo perfil: son gente por lo general joven, no se sienten mal por lo que están haciendo, quizá un poco preocupados por hacerlo bien y que no los pillen. La mayoría confiesa que lleva años practicando el voyeurismo y que, gracias a ello, su vida cotidiana se convierte en una aventura diaria. Los sitios preferidos de fisgoneo suelen ser los parques, los lugares donde se ejerce la prostitución, los descampados, los campos de golf, las playas, los coches o los aparcamientos de supermercados en las afueras de las ciudades. Los voyeurs más arriesgados prefieren espiar en los váteres públicos o los probadores de ropa.

Hay pocas denuncias en contra de mirones, pero sí muchas noticias sobre arrestos de exhibicionistas. Como veremos enseguida, el exhibicionista es, necesariamente, la otra cara del voyeur.



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