El negocio de la libertad by Jesús Cacho

El negocio de la libertad by Jesús Cacho

autor:Jesús Cacho [Cacho, Jesús]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1999-12-15T16:00:00+00:00


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Consciente de las limitaciones del aparato de Moncloa, Rodrigo Rato, el más político, by far, de todos los ministros de Aznar, estaba haciendo la guerra por su cuenta, pactando a hurtadillas con los Polancos, lo cual respondía perfectamente al espíritu de la vieja derecha levantisca y aguerrillada, tan alejada del espíritu de clan del PSOE y tan poco dispuesta a aceptar la disciplina de partido cuando ésta no conviene a sus particulares intereses.

Hacía mucho tiempo que Rato había llegado al convencimiento de que nadie le iba a arreglar sus eventuales problemas de imagen con Polanco y Prisa, «un grupo muy compacto, muy inteligente, muy profesional, que funciona a la voz de “ar”», y mucho menos un hombre como MAR. En esa certidumbre, decidió arreglárselas por sus propios medios.

Conviene decir que el hombre que más pegas puso a la llamada a filas de Aznar en la Navidad del 96 había sido precisamente él. Falto de todo ardor guerrero, a Rato no le gustaba nada el toque de corneta contra Polanco. Como ministro de Economía, le resultaba imprescindible contar con un marco social y político adecuado en el que poder desarrollar con éxito su política, de modo que para él lo importante no era la pelea con Polanco, sino el que no le estropearan el escenario en el que escenificar la recuperación económica. Le preocupaba que se pudiera crear un oleaje de tal crispación que obligara a todo el mundo a tomar partido, haciendo imposible el diálogo social con los sindicatos.

Cuando, un año después, ya era evidente el éxito de su gestión económica, entraron en juego de forma automática las particulares razones de un hombre que alimenta fundadas aspiraciones de suceder en un futuro próximo al propio Aznar en la presidencia del Gobierno de la nación y que sabe que, para hacerlas realidad, necesitará contar con la neutralidad, al menos, del grupo mediático más poderoso del país. Rato se hizo cada vez más reacio a enfrentarse con Polanco.

Además, el ministro de Economía debía también cuidar sus espaldas empresariales. Para él era muy desagradable que alguien empezara a airear los problemas de sus empresas, problemas ligados a la mediocre gestión de su hermano Ramón, responsable, al parecer, de la pérdida de gran parte de la fortuna familiar en estos años. Con los trabajadores de su grupo manifestándose en Cibeles, era importante contar con la benevolencia del grupo Prisa. Rato contó con ella, de modo que esas protestas pasaron prácticamente desapercibidas.

«Mis relaciones con Polanco no son buenas, pero tampoco malas —reconoce en privado—. La situación de Prisa es complicada, porque, enfrentado a un Gobierno que parece que va a durar, sus aliados son unos señores que representan el pasado y que se niegan en redondo a abordar su reconversión».

En realidad, las relaciones de Rodrigo Rato con Jesús Polanco son excelentes, y excelente es o suele ser el trato que los medios de Prisa, empezando por El País, dispensan al ministro. La jugada del cántabro es perfecta. Con el PSOE bien atado por



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