El Mapa De Los Afectos by Ana Merino

El Mapa De Los Afectos by Ana Merino

autor:Ana Merino [Ana Merino]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788423356935
Google: 46s4zQEACAAJ
Barnesnoble:
Goodreads: 50485252
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


13

Un rezo propio

En la rutina cotidiana de Marcela Sánchez faltaba una palabra esencial. Su vocabulario más básico carecía de ese no tan necesario cuando los días solo tienen veinticuatro horas y al menos siete de ellas se deben emplear en dormir. Marcela Sánchez tenía muchas virtudes y ese pequeño defecto. Su incapacidad para decir que no la esclavizaba, comprometiéndola a hacer cosas que no le interesaban lo más mínimo. Una de ellas era acompañar a su vecina al servicio religioso de la parroquia que tenían a varias calles. Todos los domingos, la señora Claire recogía a Marcela y si hacía buen tiempo caminaban juntas a ese insufrible servicio religioso oficiado por un pastor bastante apocalíptico que anunciaba los peligros del pecado dando alaridos. A la señora Claire, que rondaba los ochenta años y había vivido toda su vida en ese ambiente de fervor religioso disparatado, tales sermones le resultaban sumamente inspiradores. Pero Marcela Sánchez se aburría, no era capaz de seguir ni la mitad de lo que aquel energúmeno decía con esas palabras afiladas que parecían increpar y clavarse en sus dóciles feligreses. Marcela coreaba el «amén» con profundo escepticismo mientras se distraía con la silueta del horizonte sinuoso que dejaban traslucir las vidrieras.

Allí estaba Marcela Sánchez con el libro de Salmos tratando de descifrar lo que expresaba aquel vocabulario abigarrado de letras góticas. Pensaba en lo que le quedaba por hacer antes de poder disfrutar del descanso dominical. Su itinerario vital estaba salpicado de pequeños compromisos. A veces los enumeraba en su mente mientras murmuraba el sonido de las plegarias: cambiar y asear al padre del señor Curtis, ayudar a la señora Claire con su jardín, lavar la ropa, llevar la basura a los contenedores de reciclaje...

Una mañana de domingo, el sermón se alargó más de la cuenta. Ese día, el religioso estaba profundamente irritado por la falta de fe en el mundo y arremetía contra el universo entero. Anunciaba un castigo divino inminente y Marcela se sentía muy incómoda. En el ambiente de la parroquia se respiraba una densidad extraña, como la de esas tormentas de primavera que tanto asustaban a Marcela, sobre todo los primeros años, cuando llegó a este pueblo grande del Medio Oeste. Con las temibles tormentas, los sembrados se llenaban de electricidad y un rayo atravesaba el cielo dibujando en el horizonte un mapa de luz. A Marcela le daba pavor ese sorprendente espectáculo.

Por aquel entonces vivía en un pequeño remolque con dos amigas. Al otro lado de la carretera estaban los sembrados de maíz y ese cielo inmenso que parecía quebrarse con el golpe seco de los truenos. Le costó años acostumbrarse a esas tormentas que arrancaban con la primavera y que con su lluvia espesa marcaban el compás de los días hasta bien entrado el verano. Lo más difícil era sentir su intensidad rebotar sobre la chapa de la pequeña caravana. Marcela Sánchez se tragaba el sabor del miedo invisible en su saliva, pero no decía nada. Simplemente se sentaba en una esquina, doblaba las rodillas contra el pecho y suspiraba después de cada trueno.



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