El libro de los dragones by AA. VV

El libro de los dragones by AA. VV

autor:AA. VV. [AA. VV.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Aventuras, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1974-01-01T00:00:00+00:00


Stan Bolovan y el dragón

Stan Bolovan y su mujer vivían en una cabaña en los límites de un gran bosque, muy lejos de otras casas. Pasaban los años y no tenían hijos, y su mujer se entristecía y se entristecía cada vez más.

Pero un buen día, Stan Bolovan conoció a un mago que se ofreció a concederle un deseo.

—Entonces, danos hijos —pidió Stan—. Mi mujer está muy triste, y se entristece más con cada día que pasa sin que tengamos hijos.

—¿Cuántos hijos? —preguntó el mago.

—¡Tantos como mi esposa desearía que tuviésemos en este preciso momento! —respondió Stan.

—¡Hecho está! —declaró el mago un momento después—. ¡Ve a casa con tu familia!

Así que Stan Bolovan se marchó a toda prisa, hasta que llegó a la cabaña junto al bosque. Al acercarse, oyó las voces de muchos niños, y cuando llegó a la casa, salió corriendo su familia a recibirlo, y llegó un instante en que se vio tan superado que se sentó en el suelo de golpe y desapareció debajo de un numeroso grupo.

—¡Por Dios bendito! ¡Cuántos son! ¡Cuántos! —dijo Stan entre jadeos.

—¡Ay, pero no sobra ni uno solo! —se rio su mujer, que salió rodeada de más niños que se colgaban de ella—. Deseaba que tuviéramos por lo menos cien hijos… ¡y cien hijos tenemos!

Sí, qué bien… pero ¿cómo iban a dar de comer a tantos? El año fue pasando y aquella pregunta requería una respuesta cada vez con mayor urgencia; y cuando no quedó ya una miga de comida en la casa, le dijo Stan a su mujer:

—No me queda más remedio que marcharme a recorrer el ancho mundo en busca de fortuna, o perecer en el intento.

En consecuencia, Stan se adentró a la mañana siguiente en el bosque, y caminó y caminó hasta que salió de entre los árboles por el otro extremo, bien cerca del fin del mundo.

Allí encontró a un viejo pastor con un enorme rebaño de ovejas y un gran rebaño de reses.

—¿Cómo podría conseguir yo unas cuantas de estas ovejas para llevárselas a mi familia, que está pasando hambre? —preguntó Stan Bolovan.

—Fácilmente —respondió el pastor—. Basta con que mates o ahuyentes de aquí al dragón que viene todas las noches, porque se lleva un carnero, una oveja, un cabrito y tres de mis mejores vacas para cenar. Y, además de esto, se lleva también la leche de setenta y siete ovejas para que la dragona, su madre, se pueda bañar en ella todas las noches y así no envejecer.

Apenas había terminado de hablar el pastor cuando llegó el gran dragón volando por encima del bosque como cada noche, se hizo con su ración diaria de un carnero, una oveja, un cabrito y la leche, y se marchó por donde había venido.

A Stan Bolovan no le gustó la idea de enfrentarse a una criatura tan terrible que echaba fuego por la boca, pero tampoco veía otra solución, así que dijo:

—¿Qué me darás si te libero del dragón para siempre?

—Uno de cada tres carneros, una de cada tres ovejas y uno de cada tres cabritos —fue la respuesta del viejo pastor.



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