El legado de los Grimm by Polly Shulman

El legado de los Grimm by Polly Shulman

autor:Polly Shulman [Shulman, Polly]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Aventuras, Fantástico, Intriga, Juvenil, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2010-07-08T00:00:00+00:00


Capítulo 14

Una falsificación

Encontré a Marc y a Anjali en la Sala de Conservación, sentados muy juntos. No les hizo ninguna gracia que los interrumpiera, pero me saludaron con educación.

—¿Te has cortado el pelo? —me preguntó Anjali.

Negué con la cabeza.

—Bueno, pues lo que sea que te hayas hecho te queda fantástico.

—Es cierto —convino Marc, observándome como si acabara de darse cuenta de que yo era una chica, con esa mirada que tienen los chicos. El peine debía de ser mágico de verdad, pensé.

—Gracias… Escuchad. Siento interrumpir, pero creo que debéis saberlo. La señora Callender nos ha enviado a Aaron y a mí a la CG y nos ha dado una lista de objetos para que los cogiéramos de las estanterías. Dijo que quería revisarlos porque ha habido robos. Es todo muy raro… Creo que los objetos de la lista en su mayoría eran falsificaciones. La mitad de ellos no huele como debería y no funciona.

—¿Qué quieres decir con que no huele como debería? —preguntó Marc.

—Que huele normal, como si no fuera mágico. ¿Sabes a qué me refiero?

—Yo sí —respondió Anjali—. A Marc se le da bien el tacto.

—¡Aaah! ¡Hablas del tacto mágico de los objetos mágicos! —exclamó Marc.

Asentí.

—Aaron tampoco puede oler la magia —proseguí—, pero dijo que los objetos no tenían el aspecto que deberían tener. Supongo que cada uno siente la magia a su manera, ¿no? Bien; pues los que no olían como deberían no funcionaban. Hemos probado algunos.

—¡Qué raro! —murmuró Marc.

—Sí, pero eso no es lo peor. Una de las cosas de la lista era el par de botas que siempre coges prestado. Ahora Aaron cree que robaste los objetos que faltan, los que no funcionan, quiero decir, y que los has reemplazado por copias.

—¡Oh! ¡Qué mal! —Marc se frotó la cara con las manos.

—¿Cómo sabe Aaron que Marc coge las botas? —preguntó Anjali. ¿Lo decía con tono acusador?

—No sé cómo se dio cuenta.

—Está claro que yo no se lo dije, ni tampoco Anjali. Entonces, ¿quién fue? —inquirió Marc.

—¿Por qué debería habérselo contado alguien? —repliqué—. Él te vio. Los dos habéis estado yendo de acá para allá con las botas durante muchos días. No está ciego y no es tonto. Y hay una razón para que no te soporte.

—¿Y qué razón es ésa? —quiso saber Anjali.

—Está celoso de Marc porque tú le gustas.

—¡Qué idea más desagradable! —rezongó Anjali—. ¿Y qué vamos a hacer ahora?

Marc se mordió el labio con esa altivez y ese desdén tan suyos.

—Aaron es justo —afirmé—. Estoy segura de que no te delatará a no ser que crea de verdad que tú eres el ladrón. No tienes más que convencerle de que no cogiste los objetos.

—¿Cómo se supone que voy a hacerlo? —saltó Marc.

Esta situación no me gustaba nada. Había conseguido hacer amigos y ahora estaban furiosos conmigo.

—Lo siento —dije—. Sólo quiero ayudar.

—Lo mejor que podemos hacer —apuntó Anjali— es descubrir quién se los llevó.

—Que es lo que la señora Callender y Doc están intentando hacer —apostillé.

—Tenemos que ayudarles antes de que Aaron decida hablarles de Marc.



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