El laberinto territorial español by Roberto L. Blanco Valdés

autor:Roberto L. Blanco Valdés [Blanco Valdés, Roberto L.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2014-11-30T16:00:00+00:00

CAPÍTULO 4

EL DESAFÍO NACIONALISTA A LA UNIDAD DEL ESTADO

«El pueblo vasco tiene derecho a ser consultado para decidir su futuro»

«Derechos históricos», «ámbito vasco de decisión», «derecho de autodeterminación», «Estado plurinacional», «confederación», «soberanía»: cuando el tercer milenio apenas comenzaba, el nacionalismo vasco parecía enclaustrado en una fortaleza construida con palabras. O, quizá, mejor, construida con palabras convertidas en consignas, que, como tales, habían dejado de tener la natural utilidad de las primeras: posibilitar la comunicación, el entendimiento y el acuerdo. Parafraseando al Foucault de Las palabras y las cosas[358], parecía como si por obra de los nacionalistas la realidad del discurso político en el País Vasco estuviera «atrapada por la filología». Porque las palabras con las que el nacionalismo expresaba su obsesión identitaria eran allí, desde hacía mucho, las que dominaban a las cosas: las palabras como escudos, lanzas, frentes de batalla, y nunca las cosas reales que con ellas se designan.

Fue, de hecho, esa política atrapada en las palabras, cuando no en la más burda palabrería —lo que resulta completamente diferente de una política sostenida en la palabra—, la que permitió entonces al PNV, y a los gobiernos autonómicos que el PNV venía controlando desde hacía más de veinte años, hablar constantemente de diálogo, sin explicitar nunca sobre qué cosas debería supuestamente dialogarse; y la que hizo posible decir una cosa y su contraria, proclamando hoy lo que mañana se ponía, como si nada, en entredicho. Fue también esa política atrapada en las palabras (en las grandes palabras) la que determinó la supervivencia de un juego interesado (para decir la verdad, de un juego de ventaja), en el que el jugador que era amo de la mesa se movía con total comodidad hasta que, ¡al fin!, se decidió a poner sus cartas boca arriba, una vez entrevista la posibilidad de ganar la partida por la mano. Y es que eso fue, en esencia, la llamada propuesta de Ibarretxe: un documento en el que las viejas palabras se llenaban claramente con las cosas, lo que hizo al fin posible dejar de enredar con las primeras para debatir de las segundas. La presentación del plan (o la propuesta) de Ibarretxe, que tomaba su nombre de quien, siendo a la sazón presidente del Gobierno vasco se había convertido, en esa misma condición, en el principal impulsor de la iniciativa, supuso, pues, dotar de contenido a proclamas como la del «estatus de libre asociación» o las «naciones (o Estados) asociados», simples envoltorios dentro de los que podía tratar de venderse al público muy diferentes mercancías. El PNV concretó así, por primera vez desde que iniciara su giro sin retorno hacia el soberanismo y el irredentismo identitario y etnicista en la III Asamblea General del partido, celebrada a comienzos de 2000[359], cuál era el proyecto que había diseñado para el futuro de los vascos, por lo que ha de ser, por tanto, ese proyecto, y no sus ignotas marcas comerciales, lo que aquí es necesario analizar para comenzar con el estudio de los desafíos nacionalistas

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