El laberinto queer. la identidad en tiempos del neoliberalismo. by Susana López Penedo

El laberinto queer. la identidad en tiempos del neoliberalismo. by Susana López Penedo

autor:Susana López Penedo [Penedo, Susana López]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: - Divers
ISBN: 978-84-88052-72-8
publicado: 2008-05-31T22:00:00+00:00


La articulación del deseo queer

Para la Teoría Queer el deseo no sólo se sitúa en un lugar prioritario, sino que es considerado como algo autónomo y desregulado. La sexualidad queer sigue los deseos de la carne para adentrarse en un ámbito innombrado hasta el momento, no categorizado todavía, virgen, en definitiva. El deseo queer se adentra en espacios imposibles de codificar. El deseo, sin codificar, supone un punto de partida para alejarnos de las formas convencionales. Este punto de partida marca una frontera donde las sensaciones corporales buscan una codificación que las pueda definir, la imaginación se excita en este esfuerzo de codificación y se alcanzan nuevas formas de articulación del deseo.

En términos generales, Annemarie Jagosse considera que «queer describe aquellos gestos o modelos analíticos que dramatizan la incoherencia en las relaciones estables entre el sexo cromosómico, el género y el deseo sexual. Resistiendo ese modelo de estabilidad —que plantea la heterosexualidad como su origen, cuando es más bien su consecuencia— queer se centra en los desencuentros entre sexo, género y deseo. Institucionalmente, queer ha sido asociada más habitualmente con las cuestiones gay y lesbianas, pero su marco analítico también incluye cuestiones como el travestismo, el hermafroditismo, la androginia y la cirugía correctora del género» (1996: 3).

Los planteamientos de Gilíes Deleuze y Félix Guattari (1998) en su Anti Edipo. Capitalismo y esquizofrenia, donde proponen la desregulación sexual, sirven de inspiración a los teóricos queer. Esa desregulación hace referencia a la regulación sexual que Freud creía necesaria y que se representa en su idea del triángulo edípico, ese es el triángulo que Deleuze y Guatari consideran que coloniza al sujeto y restringe el deseo. Intentan mostrar cómo las multiplicidades desbordan la distinción de la consciencia y el inconsciente, de la naturaleza y la historia, del cuerpo y el alma. Las multiplicidades son la realidad misma y no presuponen ninguna unidad, no entran en ninguna totalidad, del mismo modo que tampoco remiten a ningún sujeto. Las subjetivaciones, las totalizaciones, las unificaciones son, por el contrario, procesos que se producen y acoplan en las multiplicidades. Las principales características de las multiplicidades conciernen a sus elementos, que son singularidades; a sus relaciones, que son devenires; a sus acontecimientos, que son acciones —individualizaciones sin sujeto—; a sus espacios —tiempos, que son espacios— tiempos planos; a su modelo de la realización, que es el rizoma —por oposición al modelo del árbol—; a su plano de composición, que constituye zonas de intensidad continua, a los vectores que las atraviesan, y que constituyen territorios y grados de desterritorialización. Romper con el triángulo edípico supone la liberación del sujeto ante cualquier opresión y puesto que este triángulo es heterosexual, para los queer la superación de estos planteamientos resulta muy atractiva. Siguen a Deleuze en su planteamiento de una alianza con el caos, entendiendo el caos no como algo estático, sino como un abismo agitado repleto de determinaciones flotantes y no ligadas entre sí.

Deleuze y Guattari hablan de disposición de deseo, lo que señala que el deseo no es nunca



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