El jinete del dragón by Cornelia Funke

El jinete del dragón by Cornelia Funke

autor:Cornelia Funke [Funke, Cornelia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 1996-12-31T16:00:00+00:00


Un reencuentro sorprendente

Los pájaros revoloteaban chillando en el cielo nocturno mientras Ben vadeaba las aguas cálidas del río. Por los bancos de arena se arrastraban tortugas gigantescas que llegaban desde el mar para depositar sus huevos, pero Ben apenas tenía ojos para ellas. Con un suspiro contempló la tarjeta de visita de la especialista en dragones, que le había entregado Barnabas Wiesengrund. No le serviría de mucho. En ella figuraban dos direcciones, una en Londres y otra en Karachi, y su nombre: Subaida Ghalib. Ben contempló el mar. Una banda clara pendía sobre el horizonte. El día comenzaba a disipar la noche con sus cálidos dedos.

—A lo mejor le planto directamente la tarjeta delante de las narices a un par de niños —murmuró Ben— y alguno me dice dónde vive.

De pronto, Pata de Mosca le tiró del lóbulo de la oreja. Había salido de la mochila y se estaba acomodando en el hombro de Ben.

—Ellos no podrán leer la tarjeta —le comentó.

—¿Por qué? —Ben frunció el ceño—. Hasta yo puedo leerla. Su-bai-da Gha-lib.

—¡Magnífico! —Pata de Mosca soltó una risita—. Entonces deberíais leerles el nombre. Aquí apenas habrá quien pueda descifrar esa escritura. Eso contando con que los niños de este poblado sepan leer. ¡La carta está escrita con caracteres europeos, joven señor! Aquí se escribe de una manera completamente distinta. La especialista en dragones entregó al profesor una tarjeta de visita en el idioma de este, no en el suyo, ¿comprendéis?

—¡Ajá! —Ben contemplaba admirado al homúnculo y a punto estuvo de tropezar con una tortuga que se cruzó en su camino—. Hay que ver cuánto sabes, Pata de Mosca.

—Bueno… —el aludido se encogió de hombros—. He pasado infinidad de noches en la biblioteca de mi maestro leyendo libros sobre brujería y sobre la historia de los humanos. He estudiado Biología, hasta donde lo permiten los libros humanos, Astronomía, Astrología, Geografía, Ciencia de la Escritura y diversas lenguas.

—¿De veras?

Ben subió las suaves colinas que ocultaban el poblado. Pronto divisó las primeras cabañas. Delante había redes de pesca colgadas a secar. En una vasta playa llena de barcas resonaba el fragor del mar. Entre las barcas, Ben vio a hombres con turbante en la cabeza.

—¿Conoces también el idioma que se habla aquí? —le preguntó al homúnculo.

—¿El urdu? —Pata de Mosca hizo una mueca—. Por supuesto, joven señor. Lo aprendí cuando me dedicaba a las grandes religiones universales. No es mi idioma favorito, pero me las arreglaré.

—¡Estupendo! —a Ben se le quitó un peso de encima. Si Pata de Mosca entendía el idioma que se hablaba allí, no sería difícil encontrar a la especialista en dragones—. Creo que lo mejor será que en principio no te vea nadie —advirtió al homúnculo—. ¿Crees que podrás sentarte entre mi ropa para traducirme bajito lo que digan?

Pata de Mosca asintió y trepó de vuelta a la mochila.

—¿Qué tal así? —susurró—. ¿Me oís, joven señor?

Ben asintió. Tras descender por la colina, llegó a unos cercados de cabras. Las gallinas correteaban a sus pies. Los niños jugaban al



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