El Jefe de Ben: Hombres de Maine, Libro 2 by K.C. Wells

El Jefe de Ben: Hombres de Maine, Libro 2 by K.C. Wells

autor:K.C. Wells [Wells, K.C.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fiction, Romance, Contemporary, LGBTQ+, gay
ISBN: 9781913843410
Google: mDqAzgEACAAJ
editor: Amazon Digital Services LLC - KDP Print US
publicado: 2021-06-15T16:20:21.045766+00:00


CAPÍTULO 14

—Recuérdame de nuevo por qué tenemos que salir tan temprano —dijo Wade mientras caminaban a lo largo de la carretera que llevaba a la cabecera de la ruta—. Solo son las siete y media de la mañana y había, únicamente, dos coches en el aparcamiento.

Ben rio.

—Tienes que confiar en mí en esto. Ese parking se llena muy rápido, sin mencionar los coches que aparcan a ambos lados de la carretera.

Ben había llamado a Aaron la noche anterior, antes de llegar a su casa, y habían hablado durante casi una hora sobre esa ruta. No le había mencionado el hecho de que no la haría solo y tampoco estaba muy seguro de por qué se lo había ocultado.

—¿Tan popular es esta zona? —preguntó Wade.

—Lo será este fin de semana. Aaron dice que lleva cerrada desde marzo porque había halcones peregrinos anidando ahí arriba, pero abre hoy —observó detenidamente las botas de Wade—. Me alegro de que hayas seguido mi consejo.

—Me dijiste que trajese algo cómodo para caminar —dijo Wade y elevó los ojos al cielo—. No iba a venir en chanclas.

—Te sorprendería cómo vienen algunos —rio Ben.

Aaron siempre se quejaba de los domingueros que aparecían con ropa completamente inapropiada. Wade parecía de todo menos inapropiado. Vestía un par de pantalones cortos negros y una camiseta de color azul oscuro y Ben tuvo que esforzarse por no babear ante la imagen de esa camiseta de algodón tensándose sobre su firme y ancho pecho, la curvatura de los bíceps, ...

«Dios, está para comérselo».

Se aclaró la garganta.

—¿Has traído agua? —preguntó.

—Y aperitivos, crema solar y repelente antimosquitos. —Wade le miró simulando estar irritado—. ¿Vas a estar así durante todo el camino?

Ben rio.

—Estoy de muy buen humor, no me cortes el rollo. —La travesía prometía ser excitante y estaba impaciente por empezarla. Aaron le había enviado unos cuantos enlaces a videos de corta duración que hacían el recorrido, para que se hiciese una idea de lo que podía esperar—. Hay algo que no te he preguntado.

—¿Y es?

—No tienes problemas con las alturas, ¿verdad?

Wade le miró fijamente y arqueó las cejas.

—Dado que comentaste que íbamos a hacer una escalada por unas barras de hierro que tienen un desplome de unos treinta metros, será mejor que no lo tenga —dijo y frunció el ceño—. ¿Cuánto tiempo dijiste que duraba el recorrido?

—Unas dos o tres horas. Podemos estar en casa a media tarde. —Aunque Ben habría preferido dedicarle el día entero. Quería pasar el mayor tiempo que pudiese en el parque.

—Pero podemos tomarnos nuestro tiempo, ¿verdad? —preguntó Wade.

—Claro —contestó Ben intentando contener la risa. Parecía que Wade tampoco tenía prisa por volver a su casa.

Wade señaló la escalera que comenzaba al otro lado de la carretera. Una señal, en el lateral, indicaba el comienzo de la Ruta.

—¿Es por ahí?

—Esa es nuestra cabecera —dijo Ben asintiendo. Un corto tramo de escalones desaparecía en el interior del bosque.

—No sé por qué me has dicho que es una ruta tan complicada, esto parece bastante sencillo —dijo Wade. Cuando Ben paró en seco y le observó, incrédulo, Wade sonrió de par en par—.



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