EL HEREDERO DEL FUTURO by DIEGO TORRES PACHECA

EL HEREDERO DEL FUTURO by DIEGO TORRES PACHECA

autor:DIEGO TORRES PACHECA [PACHECA, DIEGO TORRES]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción
editor: EDITORIAL CÍRCULO ROJO
publicado: 2019-06-09T05:00:00+00:00


CAPÍTULO 13

VIGILADOS

Cuando creas que estás a salvo, corre hacia la luz,

cuidará de ti y te envolverá con su eterna claridad.

Ocurrió algo que perturbó su tranquilidad. Daniel se acercó a la ventana y se quedó paralizado. Agarró a Alexander por el cuello del mono y le giró para que observara a través de ella. No supo cómo expresar con palabras lo que veían sus ojos. Se miraron fijamente y se levantaron del suelo. Algo no iba bien. Observaron luces a unas dos millas de la casa. Un vehículo se acercaba hacia el rancho. Recogieron a toda velocidad la radio y las antenas. Bajaron corriendo al cobertizo a coger lo necesario para poder marcharse lo antes posible, porque sabían que si no huían de allí les descubrirían. Guardaron comida en unas bolsas y se pusieron las mochilas a la espalda. Cogieron el mapa sobre el que habían marcado las rutas y volvieron a subir a la primera planta para comprobar a qué distancia se encontraban de la casa. Se acercaron a una de las ventanas del salón y les vieron cerca de la puerta del rancho. Cerraron la trampilla del cobertizo y volvieron a cubrirla con la alfombra que la tapaba. Daniel pensó en lo poco que había durado la tranquilidad. Se encontraban en una situación complicada pero se vio seguro de poder escapar de ellos, como lo había hecho en otras ocasiones. Salieron por una de las ventanas de la cocina y se metieron en la furgoneta. Alexander se puso al volante y arrancó. Se desplazaron por el terreno con las luces apagadas para no ser vistos desde la distancia por las personas que se habían presentado en el rancho. Lo hicieron lentamente para evitar quedar embarrancados en algún bache o chocar con cualquier árbol caído por el terreno que rodeaba el rancho. Salieron por el vallado de la parte trasera y llegaron a un carril de grava. A tres millas del rancho se incorporaron a una pequeña carretera asfaltada y encendieron las luces de la furgoneta, ya que había una pequeña colina que evitaba que pudieran divisarles desde allí.

Daniel se fijó en la luna que había colocado Alexander y se dio cuenta que aguantaba. No se había secado por completo el sellado de silicona pero al menos parecía que aguantaría. Pero no las tenían todas consigo. En el interior de la furgoneta, el dosímetro repiqueteaba sin cesar. Había una elevada concentración de agentes radiactivos. Mientras, Alexander no articulaba palabra alguna. Estaba totalmente concentrado sobre el volante y Daniel se sintió seguro a su lado. Le pareció que sabía bien lo que hacía.

Siguieron por la carretera a gran velocidad, buscando una salida. Sabían que las personas que habían llegado al rancho no se iban a rendir fácilmente y seguirían su rastro durante las próximas horas. Pero con lo que no contaban era que no habían conseguido despistarlos. A pocas millas de allí observaron a través del retrovisor unas luces que les seguían. Al parecer se habían percatado de que existía una salida en la parte trasera del rancho y les estaban siguiendo.



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