El estado mágico by Fernando Coronil Ímber

El estado mágico by Fernando Coronil Ímber

autor:Fernando Coronil Ímber [Coronil Ímber, Fernando]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2016-06-14T00:00:00+00:00


Los pactos y el espíritu de la democracia

El espíritu del 23 de Enero adoptó forma tangible en varios pactos y acuerdos. El 24 de abril de 1958 todos los partidos políticos (incluido el PC) firmaron el Avenimiento Obrero Patronal. Este acuerdo subordinaba las demandas de los trabajadores a la necesidad de crear el clima de estabilidad considerado necesario para la consolidación de la democracia, y establecía que la negociación colectiva era el único mecanismo permitido para que los trabajadores ejercieran presión sobre la patronal. Como era previsible, al establecer un límite a las demandas laborales, este acuerdo hizo que los trabajadores pagaran el precio de la estabilidad política (López y Werz 1988: 11-14). A pesar del carácter desmovilizador del pacto, los líderes comunistas lo asumieron, porque querían preservar la unidad organizativa del movimiento de los trabajadores (el comité sindical unificado), que AD y Copei habían amenazado con quebrantar (Croes 1973: 175).

Dos analistas venezolanos han comentado que 'ello subraya la alta prioridad concedida a la estabilidad política como objetivo común de todos los partidos' y la 'falta de coherencia o de claridad estratégica y táctica de las élites de ese partido [el PC]' (López-Maya y Gómez Calcaño 1985: 80). Pero fuera o no el pacto producto de la incoherencia o de la ceguera política, los dos aspectos de la política que trazaba –la prioridad concedida al apoyo a la democracia y la disposición de poner límites a las demandas de los trabajadores– tenían sus raíces en creencias tácitas acerca de la sociedad venezolana: la idea de que el petróleo era la fuente fundamental de riqueza y la seguridad de que a los trabajadores les iría mejor si apoyaban un régimen que redistribuiría las rentas petroleras que si exigían salarios más altos, con lo que se corría el riesgo de desestabilizar la naciente democracia.

Más relevante quizás resultó un segundo pacto, porque coordinaba las relaciones de los partidos en torno de un programa común. El pacto se firmó después del fracaso de las negociaciones, apoyadas fundamentalmente por la JP, encaminadas a seleccionar un candidato de unidad nacional para las elecciones de 1958. Según los términos del Pacto de Puntofijo, firmado por AD, la URD y Copei el 31 de octubre de 1958, los partidos se comprometían a respetar los resultados de las elecciones y a formar un gobierno de coalición cuyo programa se redactaría previamente y sería aceptado por los contendientes. Poco antes de la contienda electoral, en diciembre de 1958, los candidatos firmaron el esbozo del Programa Mínimo de Gobierno y una Declaración de Principios [144].

En esencia, este pacto definía un proyecto de desarrollo capitalista, auspiciado por el Estado democrático reformista con la activa participación del capital nacional y extranjero. Mediante este y otros acuerdos formales e informales, a la Iglesia y a los militares se les otorgaron amplias garantías de que sus papeles en la sociedad serían objeto de respeto y apoyo; AD se comprometía así a no repetir su intento de ejercer control sobre las instituciones educativas administradas por la Iglesia católica.



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