El Escondite del Deseo by Jose Maria Lerin

El Escondite del Deseo by Jose Maria Lerin

autor:Jose Maria Lerin [Lerin, Jose Maria]
Format: epub
Tags: det_police
editor: www.papyrefb2.net


6

Madrid, 9 de septiembre, 04.26 h

Las avenidas madrileñas estaban desiertas. Algún coche solitario o algún trabajador excesivamente madrugador eran los únicos indicios de vida.

El automóvil de Silvia surcaba la ciudad, dirigiéndose hacia el hotel Don Carlos, donde había reservado habitación Eduardo. Se trataba de un moderno edificio situado cerca de la plaza de Castilla.

En el comienzo del trayecto, apenas conversaron. Él contempló varias veces su rostro en el retrovisor, como para cerciorarse de que seguía allí. Desde que habían salido del Instintos, se sentía más extraño que nunca. Luego, Silvia rompió el hielo:

—¿Resultó una noche distinta a lo esperado? —preguntó ella.

—He aprendido cosas. Tenías razón cuando hablabas de que siempre hay que tener la mente abierta.

Silvia rió con ganas.

—Tengo la impresión de que aprendiste más de lo que me has dado a entender. En todos los sentidos.

—¿Por qué lo dices?

—Supongo que tanto rato en el piso de arriba... no estarías contando ovejitas, ¿verdad, Eduardo?

—Tú tampoco parecías contar ovejitas en el jacuzzi... —Se sintió grosero, y se arrepintió de haber contestado con tal brusquedad, pero ella sonrió.

—Hay algo más, Eduardo. Lo sé.

Él se retrepó en el asiento y cerró brevemente los ojos. Silvia conectó la radio. Música new age invadió la atmósfera del coche. Los ritmos étnicos eran suaves, acariciantes. Eduardo cerró los ojos.

—Buena música, Silvia.

—No me has respondido.

Eduardo suspiró.

—No fue un accidente. Quien mató a Mónica García lo hizo conscientemente. Y lo hizo por un objetivo concreto.

»Practiqué sadomasoquismo con Vero, intentando autosometerme a unas condiciones parecidas a las de Mónica. Ella jugó conmigo e incluso me humilló, pero ambos percibíamos en todo momento que se trataba de un juego. Solo eso: un juego.

»Me asfixió hasta limitarme la respiración, pero controlando en todo momento mi estado. Se detuvo bastante antes de que yo llegara al límite. Comprobé que quien asume el papel de dominador en la práctica sadomasoquista se deja llevar por sus instintos, que podrán ser oscuros o poco convencionales, pero siempre está lejos de que el juego se convierta en un drama mortal.

»Alguien asesinó a Mónica García por un motivo determinado, y yo pienso averiguarlo.



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