El enigma final by Vicente Raga

El enigma final by Vicente Raga

autor:Vicente Raga [Raga, Vicente]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-12-31T16:00:00+00:00


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15 DE MARZO DE 1525

Batiste y Jero volvieron al comedor real. La conversación, a partir del diálogo entre don Alonso y Batiste, giró hacia temas triviales e intrascendentes. Se limitaron a disfrutar del momento. Probablemente jamás volverían a comer en aquel lugar, con semejantes lujos. La comida fue espectacular. La carne se deshacía en la boca. Batiste pensó que nunca había probado nada, ni siquiera parecido.

—¿De dónde sacan estos manjares los cocineros del palacio? En la ciudad no los he visto jamás —preguntó.

—Ni los verás. No proceden de estas tierras. Estamos comiendo venado, cocinado según alguna receta de procedencia francesa.

—¿Francesa? ¿Por qué? —se extrañó Johan.

—Sí, ya sé que nuestras relaciones con ellos no son nada buenas, pero en materia culinaria, hay que saber reconocer que nos llevan cierta ventaja, sobre todo en la sofisticación de ciertas salsas, por no hablar de lo que vas a catar después de esta comida. Son un verdadero placer para el paladar. Ya conoces que viajo mucho. Como allí, no se come en ningún sitio de Europa. Además, no olvides que la virreina del Reino de Valencia, doña Germana de Foix, es nacida en Francia. Sus padres son Juan de Foix, conde de Etampes y vizconde de Narbona y su madre la mismísima María de Orleans, hermana del rey Luis XII de Francia. Ya comprenderás como esta corte virreinal está un poco afrancesada, al igual que su cocina, para nuestro disfrute.

—¡Pues viva Francia! Desde luego que están fantásticas —confirmó con entusiasmo Johan, que también estaba disfrutando. En su casa, lo más sofisticado que se podía comer era cordero al horno, que no podía competir con aquellos manjares.

Todos dieron buena cuenta de la comida. Dejaron los platos relucientes, en animada conversación.

Cuando terminaron, decidieron no hacer la sobremesa en el comedor real. No cejaban de entrar y salir sirvientes. Aquello era demasiado imponente y les apetecía un lugar algo más íntimo.

Volvieron al salón de la chimenea. Allí seguía en la puerta el mismo alguacil. En cuanto les vio llegar, les franqueó el acceso, con un saludo algo exagerado.

Don Alonso y Johan se sentaron, disfrutando una copa de un magnífico destilado de origen francés, que se empezaba a producir en la región protestante de Cognac. Recientemente había llegado al palacio una barrica, curiosamente desde Inglaterra. Por lo visto se producía en Francia, pero se importaba a través de familiares franceses emigrados a otros países. Era llamativo, pero, sin ninguna duda, el destilado era magnífico, digno de reyes. Se pusieron a hablar entre ellos, muy animadamente, dejando un tanto de lado a los dos jóvenes, que se estaban aburriendo.

—¿Nos podemos ir a mi habitación? —preguntó Jero, con educación—. En media hora volvemos. Ahora vemos que estáis disfrutando de la sobremesa y no queremos estropearos el momento.

—No molestáis —le respondió su padre—, pero si queréis iros a la habitación, adelante, pero no tardar en volver con nosotros.

—Gracias —respondió, con educación.

—Pero nada de pasadizos secretos, os limitáis a sentaros y hablar, como estamos haciendo nosotros, disfrutando de la sobremesa —advirtió Johan.

Batiste y Jero abandonaron el salón y entraron en la habitación.



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