El Egipto de los grandes faraones by Christian Jacq

El Egipto de los grandes faraones by Christian Jacq

autor:Christian Jacq [Jacq, Christian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1980-12-31T16:00:00+00:00


10 - Tutmés III, el Napoleón egipcio

El joven hijo de Tutmés II, que estaba destinado a ser rey, sólo reinó teóricamente, puesto que dejó el poder a su tía Hatshepsut. Sin embargo, había manifestado sus derechos de manera clara. ¿No había indicado el propio Amón su preferencia? Hallándose el muchacho en el templo de Karnak, el dios fue a buscarlo: lo identificó, se paró delante de él y le designó rey. No se podía rechazar el oráculo. Pero la inscripción que relata esos hechos data de más de cuarenta años después de la llegada al poder de Tutmés III. Al igual que Hatshepsut, legitima su acción dándole la indispensable justificación religiosa, fundamentada también en la intervención directa de Amón.

Durante el brillante reinado de Hatshepsut, Tutmés III permaneció en la sombra. Las afirmaciones de que fue encarcelado carecen de fundamento. Fue educado en el palacio real y aprovechó esos largos años para prepararse para el oficio de rey, que siempre pensó ejercer. Aunque oficialmente era faraón desde hacía casi un cuarto de siglo, en realidad empezó a ejercer el cargo a partir del 1468 a. de J. C.

El tiempo perdido fue recuperado rápidamente. Su visir dice de él: «El rey sabía todo lo que iba a suceder: no existía dificultad que él no consiguiera resolver, no existía nada que él no pudiera llevar a cabo». El desarrollo de los acontecimientos probará que este alto dignatario no iba desencaminado.

El dios Seth en persona le había enseñado a tirar con el arco. No hay más remedio que creérselo cuando se constata el vigor del rey más conquistador de la historia de Egipto, hasta el punto de merecer el epíteto de «Napoleón egipcio». Según el examen de su momia, que se encontró rota en tres fragmentos y fue restaurada por los sacerdotes que le salvaron de la destrucción. Tutmés III era un hombre de tamaño y corpulencia mediano. Cuando subió al trono, el peligro asiático se convirtió en real y acuciante. El no intervencionismo de Hatshepsut, si bien preservó la paz, no pudo impedir que los mitanni formaran una coalición contra Egipto, país próspero de riquezas codiciadas. Mitanni reunió bajo su bandera a turbulentos jefes de tribus y de clanes, que pocas veces consiguieron entenderse en el pasado. El rey de Qades encabezó el movimiento.

Tutmés III emprendió una larga guerra contra los asiáticos, puesto que harán falta diecisiete campañas para asegurar la victoria egipcia. No todas tienen la misma importancia; algunas son combates, otras simples viajes de inspección. Todas ellas forman lo que se llama los Anales de Tutmés III, una especie de periódico de guerra grabado en las paredes de Karnak.

La primera campaña tuvo lugar durante el vigésimo segundo y vigésimo tercer año del reinado teórico, en realidad el primero y el segundo año del reinado real de Tutmés III. Por consiguiente, el rey inaugura su vigorosa política exterior muy poco tiempo después de la desaparición de Hatshepsut. El octavo mes del vigésimo segundo año del reinado. Tutmés III, siguiendo las órdenes de



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