El descubrimiento de la Tierra by Jules Verne

El descubrimiento de la Tierra by Jules Verne

autor:Jules Verne [Verne, Jules]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1878-01-01T00:00:00+00:00


Existía en el Sur un vasto imperio «tan rico en oro, que lo más despreciables objetos estaban hechos de este metal», y donde los animales domésticos, las llamas, cuya figura, dibujada por los indígenas, recordaba la del camello, habían sido amaestradas y llevaban pesados fardos. Estos detalles y la gran cantidad de perlas que le fueron ofrecidas, confirmaron a Balboa en la idea de que había llegado a las comarcas asiáticas descritas por Marco Polo y que no estaba lejos de aquel imperio de Cipango, del cual el viajero veneciano había descrito las maravillosas riquezas que brillaban sin cesar ante los ojos de aquellos ávidos aventureros.

Repetidas veces atravesó Balboa el istmo de Darién, y siempre en direcciones diferentes. Por eso, A. de Humboldt ha podido decir con razón que este país era mejor conocido a principios del siglo XVI que en su tiempo. Además, Balboa había lanzado en el Océano que acababa de descubrir dos buques construidos por orden suya, y preparaba un formidable armamento con el cual contaba conquistar el Perú, cuando fue odiosa y jurídicamente muerto por orden del gobernador del Darién, Pedrarias Dávila, celoso de la reputación que ya había conquistado y de la gloria que iba sin duda a reportarle su audacia con la expedición que proyectaba. La conquista del Perú se retardó veinticinco años a causa de la envidia criminal de un hombre cuyo nombre ha llegado a ser, por el asesinato de Balboa, casi tan célebre como el de Eróstrato.

Sí, gracias a Balboa, se habían recogido los primeros documentos un poco precisos sobre el Perú, y otro explorador debía proporcionarlos no menos importantes acerca de aquel vasto imperio de Méjico, que había impuesto su dominación a casi toda la América central.

Juan de Grijalba había recibido en 1518, el mando de una flotilla de cuatro buques, armados por Diego Velázquez, el conquistador de Cuba, para recoger noticias acerca del Yucatán, visitado el año precedente por Hernán de Córdoba. Acompañado Grijalba del piloto Alaminos, que había hecho con Ponce de León el viaje de la Florida, llevaba a sus órdenes doscientos cuarenta voluntarios, entre los cuales se encontraba Bernal Díaz del Castillo, el sincero autor de una interesante historia de la conquista de Méjico, a la que nos hemos de referir con frecuencia.

Después de trece días de navegación, Grijalba tomó tierra en la costa de Yucatán y la isla de Cozumel, dobló el cabo de Cotoche, y se internó en la bahía de Campeche. Desembarcó el 10 de mayo en Potonchan, cuyos habitantes, a pesar de la sorpresa que les causaron los navíos, a los que tomaban por monstruos marinos, y aquellos hombres de rostro pálido que lanzaban rayos, defendieron tan vigorosamente la aguada y la ciudad, que cuarenta y siete españoles fueron muertos y hubo gran número de heridos. Tan calurosa recepción no animó a Grijalba a hacer una larga estada en aquella nación belicosa, y se hizo a la mar, después de cuatro días de detención, continuando su viaje a lo largo de la



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