El desastre de Annual by Gerardo Muñoz Lorente

El desastre de Annual by Gerardo Muñoz Lorente

autor:Gerardo Muñoz Lorente [Muñoz Lorente, Gerardo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


Pérdida de la alcazaba de Zeluán

El 2 de agosto el capitán Ricardo Carrasco Egaña dejó salir de la alcazaba a los familiares de los policías nativos que se habían sublevado y que retenía como rehenes y a continuación acordó con el jefe rifeño Ben Chellal la capitulación de la alcazaba de Zeluán. Carrasco y Ben Chellal mantuvieron una fuerte discusión, ya que el rifeño exigía una rendición sin condiciones, mientras que el español quería garantías de que serían respetadas las vidas de todas las personas que había en la alcazaba, tanto militares como civiles.

A las 9 de la mañana del 3 de agosto se presentó en la alcazaba un grupo de rifeños para recoger el armamento. En ello se estaba cuando de repente comenzó a entrar en el recinto una multitud de harqueños que empezaron a apresar a los españoles, matando con sus fusiles y gumías a quienes se resistían o huían. Lo invadieron todo en un instante, saqueando cuanto encontraban e incendiando la enfermería, donde perecieron todos los heridos y enfermos, además del teniente médico Fernando González Gamonal y el capellán. El capitán Carrasco[186] y el teniente Francisco Fernández Pérez, ambos de la Policía, fueron los primeros en morir por ser los más odiados por los cabileños. Según unos testigos, a Carrasco y Fernández los ataron de espaldas uno con otro y los acribillaron a tiros; luego los cubrieron con paja y los quemaron. Según otros testimonios, Carrasco fue torturado, tiroteado y quemado, mientras que a Fernández lo desnudaron y le abrieron en canal con una gumía.

Los harqueños concentraron a los soldados españoles en el patio de la casa La Ina, conocido como patio Moreno. Comprendiendo lo que pretendían hacer con ellos, algunos españoles intentaron huir corriendo hacia Nador, pero fueron heridos por los jinetes rifeños y rematados por cabileños enfurecidos, en su mayoría mujeres, que golpearon sus cabezas con piedras.

En el patio Moreno de la casa La Ina se produjo una matanza horrible. Los españoles fueron despojados de todo cuanto llevaban de valor, incluida la ropa, después los mataron a pedradas, siendo muchos torturados antes. Algunos fueron mutilados de manera terrible: cortaron sus brazos y piernas a sangre fría, también los testículos, que se los introducían en sus bocas mientras se desangraban; otros fueron maniatados con sus propios intestinos, antes de matarlos a golpes. Varios fueron quemados vivos. Por último, incendiaron el edificio. El único español superviviente de lo ocurrido en la casa La Ina fue el soldado Juan Gámez, que en septiembre testificaría en Melilla ante el juzgado especial que se constituyó por orden del alto comisario de España en Marruecos.

Unos pocos oficiales salvaron la vida al ser tomados como prisioneros para pedir rescates, como los tenientes Troncoso (del regimiento Alcántara) y Dalias (de Regulares), que fueron apresados cuando salieron el día anterior para parlamentar con los jefes rifeños. El teniente Martín Galindo, del escuadrón de ametralladoras del Alcántara, fue apresado el día 3 por un rifeño que había sido su asistente mientras sirvió como alférez en Regulares; regresó a Melilla el 11 de agosto.



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