El choque de civilizaciones by Samuel P. Huntington

El choque de civilizaciones by Samuel P. Huntington

autor:Samuel P. Huntington [Huntington, Samuel P.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 1995-12-31T16:00:00+00:00


INMIGRACIÓN

Si la demografía es el destino, los movimientos de población son el motor de la historia. Durante los siglos pasados, las diferentes tasas de crecimiento, las condiciones económicas y las políticas gubernamentales produjeron migraciones masivas de griegos, judíos, tribus germánicas, escandinavos, turcos, rusos, chinos y otros pueblos. En algunos casos, estos movimientos fueron relativamente pacíficos, en otros, bastante violentos. Sin embargo, los europeos decimonónicos fueron la raza maestra en lo relativo a invasión demográfica. Entre 1821 y 1924, aproximadamente 55 millones de europeos emigraron al extranjero, 34 millones de ellos a los Estados Unidos. Los occidentales conquistaron y a veces exterminaron a otros pueblos, y exploraron y colonizaron territorios menos densamente poblados. La exportación de gente fue quizá la dimensión más importante del auge de Occidente entre los siglos XVI y XX.

El final del siglo XX ha sido testigo de una oleada diferente, e incluso más amplia, de migraciones. En 1990, los emigrantes internacionales legales se cifraban en unos 100 millones, los refugiados en torno a los 19 millones y los emigrantes ilegales probablemente en un mínimo de 10 millones más. Esta nueva ola de migración era en parte el resultado de la descolonización, del establecimiento de nuevos Estados y de las políticas estatales que animaban o forzaban a la gente a marcharse. Sin embargo, era también el resultado de la modernización y del desarrollo tecnológico. Los avances en materia de transportes hacían la migración más fácil, rápida y barata; los avances en el campo de las comunicaciones aumentaban los incentivos para buscar oportunidades económicas y promovían las relaciones entre los emigrantes y sus familias en su país de origen. Además, de la misma forma que el crecimiento económico de Occidente estimuló la emigración en el siglo XIX, el desarrollo económico en sociedades no occidentales ha estimulado la emigración en el siglo XX. La migración se convierte en un proceso que se refuerza a sí mismo. «Si hay una sola “ley” en la migración —afirma Myron Weiner—, es que un movimiento migratorio, una vez iniciado, genera su propio movimiento. Los emigrantes posibilitan la emigración a los amigos y parientes que dejan atrás, proporcionándoles información acerca de cómo emigrar, recursos para facilitar el movimiento y asistencia a la hora de encontrar empleo y alojamiento». El resultado es, como él dice, una «crisis migratoria a escala mundial».[280]

Los occidentales se han opuesto constante y mayoritariamente a la proliferación nuclear y han apoyado la democracia y los derechos humanos. Sus opiniones sobre inmigración, en cambio, han sido ambivalentes y han cambiado de forma importante con la modificación del equilibrio en las dos últimas décadas del siglo XX. Hasta los años setenta, los países europeos por lo general estaban favorablemente dispuestos hacia la inmigración y, en algunos casos, sobre todo Alemania y Suiza, la estimulaban para remediar su escasez de mano de obra. En 1965, los Estados Unidos eliminaron los cupos favorables a los europeos, que databan de los años veinte, y revisaron profundamente sus leyes, haciendo posibles en los años setenta y ochenta incrementos enormes de inmigrantes y nuevas fuentes de procedencia.



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