El chico artificial by Bruce Sterling

El chico artificial by Bruce Sterling

autor:Bruce Sterling
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia-Ficción
ISBN: 9788476404706
publicado: 1980-01-01T05:00:00+00:00


IX

Estoy seguro que no le sorprenderá, señor Presidente, que yo diga que soy Rominuald Tanglin. O mejor, que una vez fui Rominuald Tanglin. Nuestra relación es peculiar, tan rara que hay muy pocos términos para definirla. En cierta manera, Rominuald Tanglin puso fin a su propia personalidad y ahora yo habito su cuerpo. Podéis llamarme su hijo, su clon, su sucesor o lo que prefiráis.

«Sucedió hace veintiocho años, que es mi edad. Por lo tanto, soy el más joven de los tres con mucho, y tengo las apetencias y gustos de la juventud; o, por lo menos, algunos. Poseo lo que la gente mayor llama vicios de juventud: impaciencia, impetuosidad, crueldad. No dudo que Ana pueda contar algunos más. Yo también tengo el mío propio. Los viejos lo han nombrado por mí, ancianos que odian que un joven pueda seguir sus propias determinaciones sin necesidad de ellos. Desde que ellos privaron a la juventud de conseguir resaltar en la vida, nosotros elegimos nuestro modo de vida; ¿es eso tan malo? Y si así es, ¿pueden evitarlo? Tengo vitalidad y poder, y no soy paciente a las explicaciones, ya que las palabras son el recurso de los viejos, y éstos están tan metidos en sus profundas y estúpidas reflexiones acerca de la muerte, e ignoran a la juventud a la cual tienen sumida en el fango y…» Mi voz murió mientras sacudía la cabeza con frustración. Los discursos largos no me agradaban; había perdido la habilidad de Rominuald Tanglin para los discursos largos y formales. Mis mejores palabras se producían en el intercambio de rebuscados insultos, seguidos del grito del combate y el impacto del choque. No era orador ni político. Prefería expresar mi punto de vista contundentemente.

«Algún día llegarás a viejo. O, por lo menos, podías haber llegado», dijo Ana.

«¡Nací viejo! He visto lo que me había pasado antes a mí; mejor dicho, a él.» Los miré con suspicacia. «Se volvió loco. A lo mejor pensáis que tengo miedo de que a mí me pase lo mismo, que me asusta la edad porque conozco sus sufrimientos. ¡Pues no! Soy independiente de él, totalmente independiente, os lo aseguro. No tengo sus vicios, ni sus enfermedades, ni su locura. Jamás le he visto, pero me dejó una importante colección de vídeos, así que, en realidad, sí le he visto, y le conozco muy bien. Su locura final derivó a una manía persecutoria. Afirmaba que la humanidad estaba gobernada por alienígenas disfrazados de humanos. Aseguraba que su esposa era una de ellos. Sanguijuelas, así los llamaba. No pienso aburriros con los detalles.

«Nací adulto. Dentro de un cuerpo adulto. Nací con la capacidad de hablar y con los conocimientos necesarios de los modales básicos, higiene, cómo andar, correr, nadar y manejar un teclado de ordenador. Realmente, jamás fui niño. Supongo que es por esto por lo que elegí vivir dentro de un cuerpo como el de un chico. Como veis, no se parece en nada al de Tanglin; ¡es mío, condenadamente mío! Pero aunque nací psíquicamente adulto, mantengo muchos puntos de contacto con la niñez.



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