El Castillo De Saint-chartier by Ivo Fornesa

El Castillo De Saint-chartier by Ivo Fornesa

autor:Ivo Fornesa [Fornesa, Ivo]
Format: epub
Tags: det_espionage, det_police
editor: www.papyrefb2.net


JEANNETTE Y CLAUDE MONATTI

Laurent estaba releyendo sus notas sentado en el parque que rodeaba el pequeño castillo de Montgivray. Era una tarde agradable y ese pueblecito siempre le había gustado, en especial el paseo a lo largo del riachuelo en dirección a La Châtre.

Estaba haciendo tiempo porque había decidido abordar a los Monatti. Estos no le habían contestado a la nota que les enviara días atrás por correo; quizá se había ido directa a la papelera o, quién sabe, habrían decidido simplemente ignorarla.

Tras decidir los pasos a seguir aquella tarde, se levantó del banco y se dirigió al bar situado frente al castillo. No era la primera vez que lo visitaba y había que reconocerle cierto ambiente bohemio que tenía su encanto. Se apostó en la barra y pidió un café noir con unas gotas de Ricard.

La camarera tenía un aire jovial y mientras le servía el café, Laurent intentó entablar conversación:

—Tengo que visitar a madame y monsieur Monatti. ¿Los conoce? Me han dicho que viven en el antiguo molino.

—¿Es usted pariente o amigo de ellos? —quiso saber la camarera.

El hecho de que Laurent negase estas dos condiciones despertó en ella una gran locuacidad.

—¡Uf! Pues Dios lo coja confesado, son un rollazo además de unos radicales insoportables.

—Veo que les tiene gran cariño —bromeó Laurent—. Cualquiera va a verlos ahora. ¿Por qué los ha llamado radicales? Me parece una palabra muy contundente para dedicársela a alguien cuya ocupación es la música.

La chica compuso una expresión belicosa.

—Los llamo así porque son tremendamente arrogantes. Los Monatti son de esa clase de personas que no tienen término medio: o estás con ellos o contra ellos. Y, en cuanto a música, están todo el día pontificando como si no hubiera nada más que lo folclórico. En todo caso ya los conocerá, no son muy amenos. Y si le parece que me equivoco pase por aquí después de la reunión, que la próxima copa invitará la casa.

—Le aseguro que lo haré, pero primero indíqueme cómo llegar hasta el molino —le rogó Laurent.

—Aquí hay dos molinos —explicó la joven—. Ellos viven en el que está saliendo a la derecha, por el camino que corre por detrás del cementerio. Es la última casa, un sitio monísimo; según dicen, el caminillo que lleva hasta él era uno de los senderos usados por quienes querían tomar el Camino de Santiago. Vaya por allí y siga hasta el puente pequeño, desde él hay una vista preciosa del molino, muchos recién casados van allí a hacerse fotos.

Tras pagar y despedirse Laurent decidió ir paseando hasta casa de los Monatti.

El camino siguiendo el río hasta llegar al molino merecía la pena, en especial si no pasaba ningún coche. Realmente el conjunto era como un paisaje merecedor de encontrarse en el Museo de Orsay, con las balsas de piedra que escalonaban la llegada a la rueda del molino tapizada de lotos y nenúfares amarillos. La casa, con sus vistosas



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