El caso Snowden by Antoine Lefébure

El caso Snowden by Antoine Lefébure

autor:Antoine Lefébure [Lefébure, Antoine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Tecnología
editor: ePubLibre
publicado: 2016-03-17T16:00:00+00:00


GCHQ-NSA, ¿una relación de igual a igual?

El GCHQ colabora desde hace más de sesenta años con la NSA. Es un hecho que no negaría —⁠al menos en privado⁠— el exministro británico de Medio Ambiente y Transporte, Chris Mullin. En efecto, como lo estipula su agenda del día 6 de agosto de 1999, dos responsables del GCHQ fueron a comunicarle informaciones clasificadas “Strap 2 (Top Secret)” resultantes de esta colaboración. Uno de ellos le dijo fríamente: “Hay gente con la que tenemos que negociar que no es muy civilizada”. Y agregó: “Hay que señalar que también tratamos con gente muy civilizada y también la espiamos. Las únicas personas que no espiamos son los estadounidenses, los neozelandeses, los australianos y los canadienses, con los que formamos un pequeño club y compartimos los productos de nuestras escuchas, robos y sobornos”[376].

El entendimiento cordial entre la NSA y el GCHQ incluye una dimensión financiera que, de alguna manera, funciona como una subcontratación del segundo por parte de la primera. Como se vio, en agosto de 2013, The Guardian refería que la agencia estadounidense había traspasado “al menos 100 millones de libras” a su homólogo británico entre 2009 y 2012[377]: las informaciones financieras recogidas en las “carteras de inversiones anuales” del GCHQ mencionan transacciones por sumas de 22,9 millones de libras (27,2 millones de euros) en 2009; en 2010, 39,9 millones de libras —⁠4 millones, en concepto de su apoyo en Afganistán y 17,2 millones para el proyecto Mastering the Internet— y 34,7 millones de libras (41,2 millones de euros) para el período 2011-2012. La NSA también tuvo una participación de 15,5 millones de libras en la reorganización de las actividades de interceptación de los cables submarinos en Bude, en Cornualles, y financió durante varios años la mitad de una estación secreta del GCHQ situada en Chipre, en el corazón del Mediterráneo —⁠con el nombre de código Sounder, esta estación de la ciudad de Ágios Nikolaos realiza interceptaciones de radio y satelitales, y de escucha de numerosos cables submarinos que transitan por la isla[378]—. Por último, el GCHQ dispone de facilidades de interceptación en Seeb, Thumrait y Masirah en Omán, un país en gran medida cercado por la diplomacia inglesa.

De esta forma, el eje anglo-estadounidense, fortalecido tras el final de la Segunda Guerra Mundial por el acuerdo secreto UKUSA, conoce desde los años 2000 un nuevo desarrollo de una amplitud significativa. Pero no hay que olvidar que las inversiones estadounidenses exigen importantes contrapartidas operativas, que a veces al GCHQ le cuesta saldar. Varios de los documentos revelados por Edward Snowden ilustran las dificultades del GCHQ para “ejercer toda su presión y que se lo perciba como tal [para] satisfacer las expectativas mínimas de la NSA”[379]. En 2011, pues, el GCHQ proveyó, de buena gana o no, el 36 % de su información de inteligencia a la NSA. Se jacta, incluso, de poder hacerle seguir el 100 % de sus informaciones gracias a la interoperabilidad de sus respectivos sistemas. Una cifra que hay que poner en relación con las



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