El caleidoscopio: El último ciclo económico by David Ripoll Acerete

El caleidoscopio: El último ciclo económico by David Ripoll Acerete

autor:David Ripoll Acerete
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Economía, Filosofía, Divulgación
publicado: 2011-07-06T17:07:02+00:00


El solaz que proporciona el distanciamiento y el cinismo lo sublimaba en relatos sobre la doliente España.

HABLANDO DE LADRILLOS, AQUÍ TIENEN UN PALE

Las persuasiones ideológicas informativas se apoyan en premisas, argumentos, campos tópicos y entimémicos claramente heurísticos (basados en premisas y argumentos falsos, del tipo “post hoc, ergo propter hoc”).

Venancio nació en 1970, no fue bendecido para practicar ningún deporte con un cierto decoro pero atesoraba cierta tenacidad para los estudios. Terminó Ciencias Políticas con un discreto expediente y se puso a opositar para Inspector de Trabajo.

El razonamiento persuasivo ha sido codificado durante siglos por las retóricas. En la antigüedad clásica, se admitía el razonamiento de tipo apodíctico, en el cual las conclusiones se extraían por silogismos de premisas indiscutibles, fundados como primeros principios: este tipo de razonamientos no admitía discusiones y se imponía por la propia autoridad de sus argumentos.

Crispín, el hermano de Venancio, era diez años más joven, no valía ni para estudiar, ni para trabajar, ni siquiera para esconderse. Era más perro que Niebla, el de la serie de Heidi que no se meneaba en todo el capítulo. Se movía menos que el salario mínimo, pero tenía descaro y desfachatez, valores al alza en el fin de siglo.

Seguía el razonamiento dialéctico, que argumentaba sobre premisas probables, en las que eran lícitas y posibles, al menos, dos soluciones. El razonamiento tendía a decidir cual era la más aceptable.

Corría el año 1999 y Venancio suspendió la primera convocatoria. Su madre le consoló y le dijo que no se preocupase, que era difícil, que lo siguiese intentando, “el que la sigue la consigue” le dijo con una mano sobre su hombro.

Venancio Senior, el padre, había sido prejubilado con una jíbara pensión hacía unos años de Saimaza, una fábrica de café. No entraba mucho dinero en casa. Arrugó el gesto pero asintió a otro intento.

En último término venía el razonamiento teórico, que al igual que el dialéctico, partía de premisas probables, y llegaba a conclusiones no apodícticas basándose en el silogismo retórico (entimema); pero la retórica no pretendía únicamente obtener un asentimiento racional, sino también un asentimiento emotivo; por tal razón se presentaba como una técnica para subyugar al oyente.

Mediofilete, que era el apodo que habían puesto a Crispín los maulas de sus colegas en base a la convicción de que ese era el morador de su bóveda craneal sustitutivo del común cerebro, les dijo a sus viejos que pasaba del instituto y que se iba a poner a trabajar.

“Si tu no vales ni para enderezar plátanos con el culo” masculló para sus adentros papá Venancio. Trocó la hipotaxis de este pensamiento por un:” ¿Y de qué? Si puede saberse.”

“En una obra, pápa, (llana, no aguda), en la costrución”

Los restantes tipos de razonamientos que habían pertenecido a la lógica, a la filosofía, a la teología, etc. se consideran razonamientos persuasivos que tienden a establecer argumentos no indiscutibles, y a dirigir al interlocutor a una especie de consentimiento obtenido con el apoyo, no tanto, de una Razón Absoluta, cuanto de la concurrencia de elementos emocionales, de valoraciones históricas, de motivaciones prácticas.



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