El brillo de la Luna by Lian Hearn

El brillo de la Luna by Lian Hearn

autor:Lian Hearn
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Aventura, Fantastico
ISBN: 9788420401744
publicado: 2004-01-04T05:00:00+00:00


7

Llegué a pensar que tendría que informar a tu esposa de tu desaparición —dijo Makoto mientras nos encaminábamos al templo envueltos por la oscuridad—. La sola idea de hacerlo me producía más temor que cualquier batalla a la que jamás me haya enfrentado.

—Y yo temía que me hubieras abandonado —repliqué.

—¡Parece mentira que no me conozcas! Habría tenido el deber de dar la noticia a la señora Otori, pero mi intención era dejar a Jiro aquí, con caballos y comida, y regresar en cuanto hubiera hablado con ella —entonces añadió en voz baja—: Nunca te abandonaría, Takeo; puedes estar seguro de ello.

Me avergoncé por haber dudado de Makoto y preferí no seguir hablando sobre el asunto.

Makoto llamó a los hombres que montaban guardia y éstos le devolvieron el saludo con un grito.

—¿Estáis todos despiertos? —pregunté, pues por norma general nos turnábamos para dormir y guardar vigilia.

—A ninguno nos apetecía dormir —replicó Makoto—. El ambiente es demasiado tranquilo, llega a resultar opresivo. La reciente tormenta, la que retrasó tu vuelta, llegó de improviso. Además, los dos últimos días hemos tenido la sensación de que nos espían. Ayer Jiro fue al bosque en busca de ñames silvestres y vio a alguien acechando tras los árboles. Es posible que los bandoleros de los que nos habló el pescador se hayan enterado de que estamos aquí y estén comprobando nuestra capacidad de defensa.

Mientras nos abríamos camino por el sendero plagado de malas hierbas, hacíamos más ruido que una yunta de bueyes. Si, en efecto, alguien nos espiaba, sin duda se habría enterado de mi regreso.

—Lo más probable es que teman que queramos plantarles cara —opiné—. En cuanto volvamos con más hombres nos libraremos de ellos; pero ahora sólo somos seis, no podemos entrar en combate. Esperaremos al amanecer y confiaremos en que no nos tiendan una emboscada en el camino de retorno a Maruyama.

Resultaba imposible calcular qué hora era ni cuánto tiempo quedaba para el alba. Los viejos edificios del templo emitían ruidos extraños que se unían al crujido de la madera y el murmullo de la techumbre de paja. Las lechuzas ululaban sin cesar desde los bosques y en una ocasión escuché las pisadas de un animal, un perro salvaje tal vez, o acaso un lobo. Intenté dormir, mas no lograba conciliar el sueño, pues me acechaban las imágenes de todos cuantos deseaban acabar con mi vida. Cabía la posibilidad de que alguno de mis enemigos hubiera averiguado mi paradero y que el retraso que había sufrido a causa de la tormenta le hubiera dado ventaja. El pescador, o incluso Ryoma, podrían haber dejado escapar información sobre mi viaje a Oshima. Bien sabía yo que la Tribu disponía de espías por todas partes. Además de la sentencia de muerte que los maestros habían decretado sobre mí, me sentía amenazado por muchos miembros de la organización que en aquellos momentos se sentirían obligados por lazos de sangre a vengar a sus parientes.

A pesar de que durante el día yo llegaba a dar por ciertas las palabras de la profecía, durante la noche, como de costumbre, las dudas me asaltaban.



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